SUEÑOS DE OLIMPIA

¿Cómo está nuestro patio? Nauseabundo

Durante cinco largos años, el Consejo Superior de Deportes, el más alto organismo del Estado, ignoró y desestimó todos los informes sobre las tropelías de Luis Rubiales y amigos en la Federación Española de Fútbol.

Muy al contario, en numerosas ocasiones alabó la gestión del personaje, quien compartía hilo directo con el presidente Pedro Sánchez. (También alergia a la dimisión).

Defenestrado Rubiales, el CSD no vio problema en su sucesor, Pedro Rocha. El hombre que nunca participó, firmó ni observó algo sospechoso en cinco años junto a Rubiales.

Hasta que la juez del caso ‘Brodie’ interrogó e incluyó al impecable Rocha como investigado en el proceso. El ridículo fue de tal magnitud que, claro, obligó al CSD a actuar, so pena de dar una imagen de ingenuidad. O de complicidad.

Fiel al carácter dictatorial de Moncloa, de repente el CSD invalidó todo lo anterior, saltándose cualquier proceso o informe concluyente y se sacó de la manga -atención- la ´Comisión de Supervisión, Normalización y Representación’. Un comité que “tutelará” las funciones de la Federación. Presidida por el ex seleccionador Vicente del Bosque, aunque el respetado técnico dará imagen y poco más, según dejó entrever la alegre ministra portavoz, Pilar Alegría.

Tras este anuncio, no tardaron en responder la FIFA y la UEFA, representantes del fútbol mundial y europeo. Ambas amenazaron con serias represalias al fútbol español, presumiendo de no admitir injerencias gubernamentales. Lo dicen quienes vendieron mundiales y eurocopas a dictaduras como Rusia, Qatar o Arabia Saudí, admitiendo todas sus exigencias antidemocráticas.

Así está el patio. Más que sucio. Nauseabundo.

Rafa Nadal, decidido a ir al último baile

Al contario que Justin Turner, Rafa Nadal es un deportista al que, por norma general, es necesario frenar. Porque su enorme ilusión por el tenis le lleva a jugar lesionado o no retirarse cuando el riesgo es extremo.

El mejor deportista español de nuestra historia y uno de los mayores competidores de todos los tiempos -para quien esto escribe- está cubierto de remiendos y cicatrices. Su ambición está intacta, si cabe es ahora mayor, pero su castigado cuerpo no responde al nivel.

Podría retirarse ya, o hacerlo hace una década, y seguiría siendo el mejor de nuestra historia, por palmarés, actitud e influencia social. Pero, una vez asumido que es la hora, pretende lograrlo por la puerta grande. Participando con dignidad en su torneo fetiche, el Roland Garros.

Esta decisión abre un debate tantas veces repetido. ¿Cuándo y cómo debe retirarse el deportista?

En mi opinión, siempre en la cresta de la ola. Con mayor razón en el caso de alguien tan grande como el mallorquín. Duele verlo, impotente en la pista, contra jugadores inferiores pero en plenitud física.

Por otro lado, en un tiempo donde todo el mundo nos dice cómo ser y comportarnos, casi cómo respirar y pensar, también es más que comprensible que Rafa se rebele contra lo establecido o “normal”. Que quiera ser él quien decida cómo y cuándo, disfrutando el último baile.

En ello está. De perder “contra los chicos de mi academia” a pisar la pista del Godó. De pelotear a competir partidos igualados en Madrid. Llegar a París en el mejor estado posible sería una proeza, quizá la mayor de su carrera. Por deseo no será problema. Veremos si su prodigioso cuerpo lo resiste. 

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