LA NUEVA OURENSANÍA

La nueva ourensanía | Yenny Vanegas, reflejos en el ojo de una “parcerita” de cabello dorado

Con una imagen que no pasa desapercibida, Yenny Paola Vanegas es sin embargo una joven tímida que mientras organiza su futuro inmediato busca su hueco en la ciudad

Por las calles del casco histórico ourensano se ve de lejos a una joven “parcerita” -parcero es un americanismo que significa amigo- cuyo estilo llama la atención. Con una melenaza llena de trencitas gualdas que dan a toda ella un aspecto áureo de ídolo de masas, espera turno en la cola del registro para una gestión del todo mundana. Yenny Paola Vanegas Culma (Guayabal, Armero, 1997), consiguió un trabajo por Mil Anuncios desde Vigo y con sus hermanas se plantó aquí. Son tres chicas y ella es la mediana. “Decidimos que queríamos intentar una nueva vida”, comenta sobre la gran mudanza desde Colombia, algunos meses atrás. “En Google te sale como un balance de arriendos, lo último era Galicia, vimos Ourense”, explica acerca de la elección de este lugar en el mundo. “Al ser pequeño puedes caminar”, añade, lo que delata con el comentario que la decisión llevó más de una pensada. Con una hoja de ruta clara, Yenny llega y busca casa, se empadrona y se pone con los cursos, con el objetivo de trabajar más pronto que tarde. “Mi hermana pequeña todavía está en el colegio”, confiesa, por lo que de algún modo se entiende que ahí también hubo tarea.

LA NUEVA OURENSANÍA

De su partida

“Nosotras pedimos asilo político”, relata esta joven colombiana una historia que prefiere no se comparta por cuestiones de seguridad, que previamente se tuvo que mudar a Bogotá, y no estando seguros allí tampoco, se vieron obligados a coger la vía internacional. “En la Cruz Roja nos dijeron que podíamos solicitarlo porque tampoco sabíamos que se podía hacer”, confiesa Yenny que su traslado desde el otro lado del océano fue un hacer maletas, pensar en la viabilidad a través de los alquileres de vivienda y ya. Hablamos de Colombia, de “grupos al margen de la ley”, drogas, tráfico de armas y organizaciones que castigan a la población en la búsqueda de objetivos políticos. A modo de ejemplo no personal comenta una realidad en las consideradas zonas ‘rojas’ por violencia del país, “un día estás en tu casa, llegan y te dicen que si no te vas te matamos a ti y a tu familia”. Después de esto, se queda una más tímida que la propia Yenny.

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De su llegada

“Fue complicado no tener protección… al menos el papá le hace a una sentir eso”, habla Yenny del viaje de las tres hermanitas que dejan atrás a los mentores que vienen un año después. “Echo de menos la comida, y la gente, quizá más cálida”, evoca unos vecinos más cercanos a la espera de conquistar a sus actuales de O Couto. “La hospitalidad”, destacará minutos después sobre los ourensanos. “Salgo con un chico desde hace tres meses”, confiesa tímidamente la dulce armerita sobre sus conquistas del otro lado del Miño. Se conocieron por la calle que no por tinder, “ahí no hay más que pura propuesta indecente”, opina entre risas. Joven gallego del barrio del Veintiuno habla con ella el idioma patrio, el castellano y esperemos el del amor.

“La trabajadora social me aconsejó refrescar el tema”, relata acerca de su carrera allá y la posibilidad de que intervenga en sus planes futuros. “Trabajé en una empresa de transporte público urbano en Bogotá”, comenta una Graduada en Recursos Humanos acerca de su profesión en Colombia. Yenny está en proceso de homologar sus estudios y empieza un curso de inserción laboral que en  medio año, y con suerte, le permitirá acceder al mercado de empleo. “Es un poco complicado conseguir trabajo”, opina sobre este rincón del mundo.

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“Ciencia ficción, romance, terror, historia”, habla de aficiones una joven que tiene en lo alto de su lista de lecturas al gran García Márquez, escritor colombiano. “Muy tropical”, dice acerca de sus gustos musicales. “Bachata, vallenato, salsa…”, comenta. Se sabe que “canta empírico”, que nosotros llamamos autodidacta, y quizá por ahí también algo salga. “El llano, el Meta, el amanecer se ve espectacular”, evoca un dorado que baña su tierra, sus trenzas y a toda ella.

“El amarillo a la monseñor”, nos descubre Yenny Paola un gratinado latino que pinta delicioso y que “lleva camarones, pulpo, cangrejo y una capa de queso horneado sobre el pescado”. Pero no importa tanto lo que dice sino cómo lo cuenta con unos ojos chispa y una media sonrisa de lado. “Valiente”, dice a continuación Yenny de sí misma. Discreta en ademanes como los casi imperceptibles movimientos de un pez, quiere la imaginación verla cual cometa rubio, haciendo gluglú en el oscuro piélago, y cruzando de aquel continente a la vieja Europa sin ningún flotador y a nado.

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