Opinión

¿Qué será, será...?

Pedro Sánchez se encuentra desolado, devastado. Cree que el mundo está contra él, sufre un acoso insoportable, se han unido todos los demonios para desalojarle de la Moncloa y destruir a su familia.

Es curioso que hable de arremetidas intolerables contra su familia quien no ha dudado en arremeter contra las parejas de Feijóo y de Ayuso para intentar descalificar al PP. También ha hecho un alegato público de su credibilidad en la Justicia, pero no ha dudado en promover que la Fiscalía reclame el archivo de la denuncia contra Begoña Gómez que ha presentado Manos Limpias en un tribunal de Madrid. La reacción más inteligente del presidente de gobierno habría sido permitir que trabajara la Justicia, y demostrara que la conducta de su mujer ha sido intachable y en ningún caso ha utilizado sus influencias. De la maniobra de Sánchez se podría deducir que no está muy seguro de que el tribunal archive la causa.

Qué va a pasar el lunes es una incógnita, nadie lo sabe, probablemente ni el propio Sánchez. Porque si se trata de una estrategia para fortalecerse cuando no atraviesa su mejor momento, la iniciativa puede provocar un descalabro en la ya maltrecha imagen del presidente. Por la manera en que ha enfocado su problema personal, por paralizar cinco días la vida de un país para dedicarse a la reflexionar sobre su futuro, por insistir en su falta de respeto al Jefe del Estado al no informarle de una decisión que es obligado dar a conocer al Rey antes de anunciarla, y porque da pábulo a todo tipo de especulaciones y rumores que no hacen ningún bien a un país que lleva años sufriendo una preocupante inestabilidad política,

Por muy conmocionado que se encuentre Sánchez por la situación en que se halla su mujer, no es de recibo que haga amago de dimitir sin confirmarlo. Da pie a la especulación. Que si busca más apoyos políticos y sociales utilizando el victimismo, que si quiere tantear el terreno para ver cómo saldría una moción de confianza, o incluso ir preparando una convocatoria de elecciones cuando se cumpla el plazo que marca la ley para poder hacerlo, que sería el 29 de mayo.

A los sanchistas no les llega la camisa al cuerpo. No es lo mismo que después de “parar y reflexionar” Sánchez se incline por seguir como está, o que dimita y se abra la sucesión en el partido, o que anuncie una moción de confianza, o convoque elecciones… 

Todo es posible, aunque gana peso la idea de que con este desbarajuste Sánchez pretende provocar oleadas de adhesiones inquebrantables, con suplicas de que solo él puede salvar España. 

Y que entonces, Sánchez aparecería el lunes anunciando que no hará dejación de sus responsabilidades y cumplirá los compromisos que adquirió con los españoles al ser elegido presidente.

Nos esperan cuatro días en los que habrá que estar atentos a cualquier pista que llegue de Moncloa. Sánchez medita sobre su futuro… y el de todos los españoles.

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