Opinión

No todo es calma en el PSOE

El líder socialista durante un mitin del PSC, en Sant Boi de Llobregat.
photo_camera El líder socialista durante un mitin del PSC, en Sant Boi de Llobregat.
La cuestión de las listas ha tenido un coste importante para Pedro Sánchez; el líder socialista aragonés Javier Lambán no ha ocultado su malestar

Si se acepta que el PSOE es el partido con sede en Ferraz y lidera Pedro Sánchez (lo que niegan muchos socialistas que no comulgan con el sanchismo), digamos entonces que el PSOE vive una profunda convulsión interna.

Eso no significa que se está planteando el relevo de Pedro Sánchez de la secretaría general, o que hay un movimiento para ir soltando lastre a medida que se incrementan las políticas radicales que se identifican con las bolivarianas, o se acumulan las informaciones que apuntan que familiares de Sánchez podrían tener problemas judiciales porque hay asuntos inexplicables, o turbios. Asuntos que, de producirse en otros partidos, habrían provocado la indignación instantánea de miembros del PSOE y exigencias de que fueran investigados. El PSOE anterior a Sánchez con seguridad habría actuado con más prudencia antes de expresar apoyo incondicional e infinito al secretario general. Hoy ese apoyo es incondicional, y es real, pero se advierten ya temores de futuro que, habitualmente, son los pasos previos a males mayores.

Hay un dato significativo. De la misma manera que al cuarto día de “reflexión” de Pedro Sánchez se asumió que el secretario general tiraba la toalla y, envuelto en su situación de “enamoramiento profundo” de su mujer dejaría la política para defenderla ante las informaciones supuestamente perversas, una vez que anunció que se mantenía en su cargo de presidente del gobierno empezó a expandirse la idea entre numerosos socialistas de que todos habían sido partícipes de una gran obra de teatro que tenía como objetivo fortalecer en Moncloa a un Sánchez que no atravesaba su mejor momento político ni personal.

Irrelevancia

El Comité Federal que se celebró el sábado y debía aprobar las listas a las elecciones europeas, como es preceptivo, se celebró en un clima que demostraba palpablemente el estado de ánimo que se vivía en el partido. Lo que percibieron los medios de comunicación era que el tiempo de Sánchez en el Gobierno tenía los días contados. No asistió al comité porque continuaba “reflexionando”, y todas las intervenciones fueron de apoyo al secretario general. Incluso Emiliano García Page, presidente de Catilla-La Mancha que mantiene una actitud muy distante con el sanchismo, acudió a la reunión. Si alguien esperaba que se pronunciara en contra de las políticas de Sánchez se llevó una decepción.

Como dato muy significativo, el comité no aprobó las listas europeas. A los dos días, distintos socialistas recordaron que debía cumplirse lo que decían los estatutos… pero las listas se mantuvieron sin esa aprobación previa obligada. Por otra parte no debía sorprender. Las listas las hicieron Sánchez y su equipo más cercano, Santos Cerdán y María Jesús Montero. Un equipo que con el tiempo ha ido perdiendo dirigentes de máximo peso orgánico, como Adriana Lastra o José Luis Ábalos. Por tensiones internas o, como en el caso de Ábalos, porque aparentemente Sánchez ha dado credibilidad a las informaciones sobre operaciones supuestamente delictiva del exministro y exsecretario de organización del partido, y ha sido expulsado de militancia sin esperar las decisiones de los jueces. En la elaboración de las listas ha tenido también papel importante el hombre al que Sánchez confía hoy todas sus decisiones políticas, el ministro de Justicia Félix Bolaños. De hecho, la tarde del sábado, Bolaños estuvo reunido durante horas con el presidente del gobierno.

La cuestión de las listas ha tenido un coste importante para Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE aragonés, Javier Lambán, ex presidente del gobierno regional, y que es perfectamente consciente de que Sánchez pretende relevarle por Pilar Alegría al frente de los socialistas aragoneses, no ha ocultado su malestar por el hecho de que se le hayan impuesto desde Ferraz los candidatos que debían formar parte de la lista europea. Sus quejas han sido reproducidas en todos los medios de comunicación, pues Sánchez ha descartado a quien ya era eurodiputada, Isabel García, para meter a una senadora que cuenta con el 2 por ciento de los apoyos. Pero es fiel sanchista. Toda una señal para quienes no muestren la mencionada adhesión inquebrantable.

Estas historias, que forman parte de la letra pequeña del día a día de cualquier partido, sin embargo empiezan a calar en un PSOE que no acaba de tener un gran triunfo electoral. Se conforma con sobrevivir en el país Vasco en coalición con el PNV, tras el fracaso gallego y no ganar en las generales. Para gobernar se ha asociado con partidos que a gran parte de los votantes socialistas provoca una profunda inquietud, por no decir indignación, como son los independentistas catalanes y Bildu. Pero sobre todo les inquieta la reacción del presidente de Gobierno ante las noticias que implican a su mujer en un presunto tráfico de influencias, más la situación de su hermano que vive en Portugal a pesar de cobrar un salario público en España, para conseguir así una importante reducción en sus obligaciones fiscales.

Esa reacción ha sido anunciar medidas alarmantes para los jueces, empezando por cambiar la mayoría parlamentaria necesaria para elegir a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, de manera que el partido que gobierna no necesite acordar con el partido mayoritario de la oposición los nombres de los vocales; y siguiendo porque, con el respaldo mayoritario del CGPJ, el gobierno podrá influir en los destinos y promociones profesionales de magistrados. También anunció Sánchez medidas contra los medios de comunicación que pretendan ejercer su derecho a la información sin más límites que los que imponga la ley, los jueces. Evidentemente, Pedro Sánchez, pretende callas las voces criticas. Así lo han denunciado infinidad de medios, excepto los de adhesión inquebrantable. En estos últimos empiezan a producirse problemas entre los propios profesionales, por desacuerdo con esa adhesión inquebrantable, y por la pérdida de credibilidad.

El sanchismo pierde fuelle, de ahí que Sánchez esté volcado en la campaña catalana para conseguir que Salvador Illa sea el próximo presidente de la Generalitat. Lo necesita más Sánchez que Illa. Y lo sabe.

No se advierte en el PSOE ningún movimiento para provocar un cambio de cromos, el relevo de Pedro Sánchez, pero sí un clima que no es tan firme respecto a Sánchez como hace unos meses. Por los resultados electorales, por la escasa participación en las decisiones del partido y del gobierno de aquellos que no pertenezcan a la media docena de personas en las que se apoya Sánchez, y también por el trato recibido por aquellos que no aceptaron seguir al pie de la letra las imposiciones del secretario general, desde ceses y nuevas incorporaciones, hasta abrazar iniciativas inaceptables pero que eran exigencia de los socios del gobierno.

Con un elemento más que también crea roces en el partido: Sumar.

Sumar

Yolanda Díaz nunca fue una figura que provocara excesivas simpatías en el PSOE. Tampoco Podemos, pero la vicepresidenta gallega casaba mal con el estilo del partido. Exceso de protagonismo, exceso de superficialidad, y escasez de profundidad política.

Sumar ha sido un fiasco en todos los sentidos. Podemos se escindió en cuanto pudo, y el resto de los socios se han ido yendo o, cuando menos, se presentaban en solitario a las elecciones, como si el logo de Sumar los contaminara. No ayudó a crear alguna expectativa que Yolanda Díaz no lograra ni un solo escaño en el parlamento gallego, ahí se visualizó el poco afecto que se le tenía en su tierra.

La política no se hace en Ferraz, sino en Moncloa, y eso provoca recelos. Escuchando a unos y a otros se llega a la conclusión de que no hay nada ni nadie dispuesto a expresar su disconformidad con Pedro Sánchez, mucho menos a enfrentarse a él; pero también se llega a otra conclusión: cada vez son más quienes piensan, y confiesan, que la única manera de que el PSOE vuelva a ser lo que era es con Sánchez fuera del Gobierno y de la secretaría general. No para regresar al felipismo, se considera agua pasada. Pero sí para que el PSOE nazca de nuevo. Con otras figuras, la mayoría sin biografía nacional… y con otras políticas.

Infinidad de socialistas tienen pavor al futuro de continuar el sanchismo. Con ejemplos muy cercanos de partidos socialistas muy sólidos, y que hoy se encuentran en situación difícil, o desaparecidos: Francia, Italia, Grecia, Alemania…

Nadie abiertamente contra Sánchez… pero sí muy preocupados.

Te puede interesar