Opinión

El esperpento de Sánchez

El presidente está triste, ¿qué tendrá el presidente? Los suspiros escapan cuando se toma un puente”. No, está claro que no me sale lo de parafrasear a Rubén Darío, ni siquiera con algo tan esperpéntico como el finde sabático de Sánchez, “para meditar”. Qué burla tan infame. Y todo, como era de esperar, para nada. Pero tranquilos: no se habrá desconchado el techo de La Moncloa por los cabezazos involuntarios del presidente al levitar sin querer, en plena posición del loto, con los chakras bien alineados y los índices unidos a los pulgares al murmurar el famoso mantra “om ma ni pad me hum”. Tampoco se habrá intoxicado ningún funcionario palaciego por los excesos de sándalo y de incienso, ni habrá entrado Sánchez en trance, vestido de túnica azafrán, ni habrá salido a los jardines aporreando una pandereta mientras cantaba “Krishna Krishna hare hare”. Allí no ha meditado ni Sánchez ni el gato. Como mucho se ha especulado, se ha urdido, se han trazado estrategias alambicadas tras la correspondiente tormenta de ideas con el núcleo duro, se le ha dado una vuelta más de tuerca al enfermizo tacticismo de este trilero, pero, ¿meditar? Ni por error.

No sé cuál será el veredicto de los psicólogos o de los psiquiatras, pero resulta bastante poco habitual ver en política (española o comparada) tal grado de narcisismo. No está claro aún si lo que quería es lo que ha sucedido, ni en cuánta medida. ¿Se trataba de provocar un cierre de filas de los suyos? Pues hasta Ferraz llegó Page de rodillas para rendirle pleitesía. ¿Se trataba de que los fieles compitieran por su favor? Pues allí estuvo la vicepresidenta primera dándose literalmente golpes de pecho como una loca. Eso sí, con mucho arte. ¿Se trataba, quizá, de demostrar músculo en la calle? Pues ahí ha pinchado la estrategia, porque menos de quince mil personas en Ferraz y unos pocos miles en las manifestaciones son poco al lado de las muchedumbres que congregan sus rivales cuando montan sus shows patrióticos en Colón. ¿Se trataba de poner de los nervios a los socios de coalición y de investidura? Ahí sí parece haber tenido éxito, porque algunos claramente temblaban ante un adelanto electoral. Pero, como siempre con Sánchez, ese comportamiento temerario que le lleva hasta el borde mismo del precipicio, va a pasarle factura. Si se cree que metiendo el miedo en el cuerpo a la constelación de partidos que le apoya los va a fidelizar, yerra. Antes al contrario, esta se la guardarán y, cuando puedan, se la cobrarán.

La excusa ha sido inverosímil. Que a su mujer le han abierto diligencias porque algún ridículo agente de la ultraderecha la ha denunciado con tres recortes de la pseudoprensa sensacionalista y alguna etiqueta de Anís del Mono, y algún juez estaba al quite para admitir a trámite cosas que no se suelen admitir a trámite (alguien habrá filtrado a los de Manos Limpias y Camisa Azul cuándo iba a estar de guardia el juez oportuno). Vamos a ver, señor Sánchez, que parece usted nuevo o se lo quiere hacer, pero no cuela. Lo que le ha pasado a su amada esposa les pasa constantemente a políticos (y sus familias) de todos los colores en toda España, y en muchos otros países, desde siempre. Es, por desgracia, una de las servidumbres de la política. ¿Vivimos momentos ahora de mayor polarización, de más desagradable tono comunicacional, de menor respeto entre personas y entre instituciones? Pues sí. Y es en todo el mundo occidental, ni siquiera es cosa nuestra, aunque las manis de cada noche en Ferraz, quemándole a usted en efigie, no son de recibo. ¿Está haciendo daño la facilidad tecnológica de propagación de bulos? Pues también sí, y también es un fenómeno global. Sin ir más lejos, su gabinete se comió enterito uno de esos bulos hace mes y pico, cuando acusaron desde el banco azul a la mujer de Feijóo sin pruebas, sólo por un recorte de la pseudoprensa opuesta a la que ataca a Begoña Gómez. Y el otro día se comió otro el alcalde de Madrid al afirmar que usted se había largado a Doñana para meditar más fuerte. 

El fondo es una guerra por el control de la Justicia. Esto ha sido un macro-globo sonda presidencial, sobreactuado hasta merecer lanzamiento de tomates. Y en esa pugna se equivocan tanto el PP como el PSOE. Ambos aspiran a lo mismo: a condicionar la acción de la Justicia. Deberían venir unos “hombres de negro” de Bruselas, como cuando la recesión, y dar un par de bofetadas a cada uno. Hay que habilitar procedimientos de mérito y de sorteos, inviolabilidades y otras garantías, y no se puede hurtar a la ciudadanía el aparato judicial ni convertirlo en correa de transmisión del gobierno de turno, sea este o el siguiente. Necesitamos una Justicia mucho más automática y predecible, donde dé igual el color ideológico de un juez porque las leyes, de tan claras, las pudiera aplicar hasta el conserje. Y respecto a los bulos, mucho cuidado con la manera de combatirlos, porque hacerlo jamás debe entrañar ni un ápice de merma de la sagrada libertad de opinión y expresión. Hasta ahí podía llegar la broma. Que medite Sánchez cuanto quiera, pero sin más shows, por favor.

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