Opinión

Goebbels anda suelto

En mi columna de este periódico, el pasado viernes, predije que Pedro Sánchez se quedaba. Acerté. Era muy fácil valorar tres puntos. Uno, a Pedro no lo tumban los bulos. Dos, él podría recomponer un Gobierno de sucesión pero dejaría al PSOE hecho unos zorros. Impensable. Y tres, había llegado el momento de generar un punto de inflexión comunicacional más allá de la buena gestión. La izquierda necesita hacer frente a las viejas estrategias que con eficacia vienen utilizando las derechas internacionales reaccionarias, tan amantes de glorificar el pensamiento de Joseph Goebbels, aquel asesino capaz de envenenar a sus hijos y esposa antes de suicidarse, mientras caía el nazismo entre las ruinas de la Alemania “salvadora de la raza aria y del mundo”. El presidente Sánchez completará la legislatura y espera presentarse a la próxima. Creo que el país ha comprendido su deseo de regeneración democrática y tengo la intuición de que en Génova 13 las botellas de cava se quedaron en la nevera, a juzgar por el discurso desangelado y reiterativo de Núñez Feijóo. Nada nuevo en su línea aznariana aunque haya vadeado la derogación del sanchismo, Pedro haya dejado de ser “el señor Sánchez” pasando a denominarlo “el presidente del Gobierno” y haya metido al rey en el cóctel de la confusión.

Fejóo pidió al país “paciencia en nombre de la razón” frente a un “gobierno del esperpento” y acusó al resucitado Sánchez de pretender “un cambio de régimen colado por detrás”. El resto de frases de la casi media hora de lectura volvieron a ser lugares comunes del argumentario habitual. En la sala de prensa yo le habría preguntado por cuál es el régimen que pretende imponer el líder socialista. Del mismo modo que al presidente meditador le habría preguntado por las líneas de regeneración que trae del retiro monacal. Y a los dos les habría exigido responsabilidad para abandonar la política de titulares y centrarse en la confrontación de las ideas y los proyectos, porque el tacticismo de la derecha y la sorda gestión de la izquierda nos están conduciendo a una confusión inquietante.

“El principio de simplificación y del enemigo único” es la primera proposición de Goebbels para destruir al contrario. La completa adoptando “una única idea, un único símbolo: individualizar al adversario en un único enemigo”. ¿Les suena? Yo me pregunto si los asesores de Sánchez lo conocen para librarse de él. Luego viene el principio de la transposición: “Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. ¿Les suena? ¿Lo conocerán los escribidores de discursos de Feijóo? Los once famosos puntos de Goebbels no tienen desperdicio manipulador pero el tercero define el mundo cultural que les interesa: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida”. ¿Resulta duro, verdad? Pues analicen los parlamentos de Abascal y cuantos el PP le arrebata para conseguir votos y sumar “listas de perdedores”. 

Ya ven, esta semana, entre el regreso de Sánchez y la insistencia pastosa de Feijóo, el panorama sigue siendo insoportable a la espera de los resultados de las elecciones catalanas y la llegada de las europeas. El PP saldrá a la calle y “el principio de renovación” de Goebbels seguirá en juego: “Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa”. ¿Lo captan? El ministro de propaganda alemán anda suelto.

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