Ginkgo o el "albaricoque plateado"

ZONA VERDE

Su denominación original en chino significa “albaricoque plateado”

Ginkgo biloba.
Ginkgo biloba.

Ginkgo biloba, conocido como el árbol de los cuarenta escudos o simplemente como ginkgo, es un árbol de hoja caduca originario de China e introducido en Japón, perteneciente a las Ginkgoáceas, familia de la cual es la única especie viviente. Está emparentado con otros fósiles que datan del Pérmico, periodo geológico que comenzó hace doscientos noventa y nueve millones de años, alcanzando su apogeo durante el Triásico y el Jurásico, para comenzar a escasear a partir de entonces. Se puede considerar la especie más antigua de la Tierra, un fósil viviente, definido por algunos botánicos como una “especie aislada de la evolución” o “una rareza a nivel botánico”. En la actualidad, solamente se encuentra en su estado natural en las montañas chinas de la provincia de Chê-kiang.

Origen e introducción en Europa

Fue descubierto por los europeos en Japón a finales de siglo XVII, siendo el científico alemán Engelbert Kaempfer quien dio cuenta de esta especie en su obra “Amoenitatum exoticarium”, en 1690. Sus semillas fueron introducidas en Holanda y en el jardín botánico de Ultrech se plantó uno de los primeros ejemplares de Europa.

Se emplean para la elaboración de planos típicos asiáticos, especialmente en ocasiones señaladas como bodas o el año nuevo chino. Sin embargo, deben ser consumidas con precaución y durante un periodo no muy largo de tiempo, ya que la cubierta carnosa exterior puede resultar tóxica

Su nombre genérico parece proceder del japonés ging-kyo que podría significar “árbol sin hoja en invierno”. Su epíteto biloba alude a la escisión de sus hojas en dos lóbulos. Su denominación original en chino significa “albaricoque plateado”. La de “árbol de los 40 escudos” se debe al precio que tuvo que pagar un parisino a un horticultor inglés por la compra de cinco ejemplares del árbol al precio de cuarenta escudos cada uno.

Crecimiento y aspecto

Es una especie de crecimiento lento, cuyas raíces son fibrosas y leñosas. Puede alcanzar hasta los cuarenta metros de altura. Los ejemplares jóvenes terminan en una copa piramidal estrecha, mientras que en los adultos es más redondeda. Su tronco derecho y robusto, presenta una ramificación abierta, más bien pobre, con las ramas erguidas y ramillas pardo amarillentas.

Su corteza es gruesa, pardo grisácea y agrietada. Sus hojas, dotadas de un largo peciolo, son planas, de color verde claro y con forma de abanico, con el margen irregularmente dentado y una escotadura central que las divide en dos lóbulos de nervadura ahorquillada. Adquieren un llamativo color amarillo intenso en el otoño.

Tienen sexo

Es un árbol dioico, es decir, los sexos masculino y el femenino están separados. Las flores masculinas se presentan reunidas en racimos amarillentos, mientras que las femeninas aparecen solitarias. Florece en primavera. Sus semillas, ovaladas, están rodeadas por una pulpa carnosa de color marrón amarillento, semejantes a ciruelas, que al madurar se vuelven verde grisáceas. Al abrirlas dependen olor desagradable debido a su contenido en ácido butírico. Se reproduce por semilla o por esqueje. Crece en ambientes preferentemente húmedos. Es resistente al frío y soporta bien las heladas.

En Extremo Oriente es un árbol de culto e inmortalidad, plantado normalmente cercano a los templos y en los cementerios, que puede vivir más de mil años y por ello símbolo de la longevidad.

Usos en función de su resistencia

Numerosas leyendas lo incluyen en la literatura oriental. Tras el bombardeo de Hiroshima, un ginkgo, dañado por la explosión volvió a germinar algunos años más tarde; motivo por el que ha quedado como símbolo del renacimiento y la esperanza o, también, de la incomprensión entre los hombres. La ciudad japonesa de Tokio adoptó como símbolo una hoja estilizada de Ginkgo biloba.

Se trata, además, de una especie muy resistente a la contaminación atmosférica. A medida que los ejemplares envejecen, siguen creciendo saludablemente no dando señales de que se debilite su capacidad vital, aportando, así, buenos beneficios a los ecosistemas a lo largo del tiempo. Por su porte y estética, posee un gran valor ornamental, particularmente en el otoño. Por estos motivos su uso se está extendiendo cada vez más en parques, jardines y paseos, entre los edificios de las grandes ciudades, sobre todo la planta macho, ya que la femenina desprende mal olor durante la fructificación.

¿Dónde está el más antiguo de España?

En el jardín botánico de Granada se encuentra el ejemplar más antiguo de España, plantado en 1889. Asimismo, se hallan en jardines de ciudades como Barcelona, Cádiz, Granada, León, Madrid, Sevilla, Toledo y Zaragoza. El Catálogo gallego de árboles singulares, incluye el Ginkgo del Pazo de Fonseca de Santiago de Compostela. En esta misma ciudad podemos observar también bellos ejemplares en la Alameda, en el Auditorio o en el Campus universitario.

Las semillas, después de cocinadas y tostadas, se emplean para la elaboración de planos típicos asiáticos, especialmente en ocasiones señaladas como bodas o el año nuevo chino. Sin embargo, deben ser consumidas con precaución y durante un periodo no muy largo de tiempo, ya que la cubierta carnosa exterior puede resultar tóxica. En algunas personas puede producir dermatitis alérgicas de contacto e incluso ampollas.

Aplicaciones medicinales

Desde hace milenios se ha usado tanto en la medicina tradicional china como en la nipona. De las hojas se obtiene un extracto que se considera beneficioso particularmente para las personas de a edad avanzada, ya que aumenta la circulación sanguínea haciendo más eficiente la irrigación en el corazón, extremidades y cerebro, evitando en parte la pérdida de memoria, cansancio, depresión y ansiedad. No obstante, la medicina actual afirma que no hay datos evidentes sobre su eficacia. Entre los productos farmacológicos elaborados a base de ginkgo, son particularmente interesantes los realizados con las antiguas fórmulas en los conventos carmelitas, entre los cuales figuran “las perlas de la sabiduría”. Su madera, de buena calidad, dura y no resinosa, se usa en ebanistería.

El Ginkgo biloba inspiró, entre otros, a poetas como el alemán Goethe o la granadina Elena Martí Vivaldi, quienes elogian el esplendoroso color amarillo que adquiere en otoño.

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