LA NUEVA OURENSANÍA

La nueva ourensanía | Arisel Chavarro Sáenz: impredecible y, posiblemente, “la única Arisel colombiana”

Con una vida llena de conmovedoras experiencias, a veces trágicas, por momentos estrambóticas, y siempre sorprendentes, Arisel Chavarro abre su alma con un relato de vivencias inequivocamente femeninas

Harto difícil es hacer un perfil de una persona sin revelar hitos en su historia, o radiografiar humildemente su esencia sin sacarle fuera las tripas. Palabras así, que van de lo lindo a lo crudo, de lo bondadoso a lo desgarrador, son las que habitan las memorias de Arisel Chavarro Sáenz (Bogotá, 1964), colombiana, superviviente y vividora a partes iguales, y aunque se obvie, mujer, porque lo que ella ha vivido son realidades que solo pueblan cuerpos de fémina.

“Alias la negrita”, dice como acompañamiento a su nombre, y su sonrisa inunda la sala de un bar concurrido a media mañana. Residente en España desde hace seis años, pasa por Madrid, Ciudad Real, Santander, O Grove y desde hace unos meses Ourense. “Vengo dando muchas vueltas”, confiesa, “somos personas que estamos en el día a día”, dice sobre la situación de tantas personas que como ella emigran de su país. Comerciante al por mayor en su Colombia natal surtía de “ropa, cacharrería, misceláneas” todos los rincones de la nación.

Del servicio fuera

“Siempre he sido de servicio”, dice su boca sobre su actual ocupación en el comedor de Cáritas como voluntaria, mientras su cerebro articula otra narrativa sobre otra vida en una dimensión inventada, que incluye menesteres tristes como el de prostituta, o vocaciones como la de religiosa hermana.

Arisel es escritora, su libro ya se vende por internet en diversas plataformas y el próximo viernes 10 de mayo lo presentará al público a las siete de la tarde en la librería Kathedra. En esas 500 páginas lo cuenta todo, desnuda el alma, cuestiona el bien, litiga el mal, expulsa al demonio que todos llevamos dentro, perdona a los satanases que se le cruzan, pone en jaque al qué dirán, y sobre todo sana a esa niña a la que la vida fue dando bofetadas mientras se hacía mujer fuerte, libre e independiente que lucha por un final feliz.

Del servicio dentro

“Mi papá fue mi sol, mi superhéroe, mi todo”, dice al hilo de la muerte del mentor en un trágico accidente, y tenemos aquí que leer entre líneas porque no hemos venido a machacar el libro sino a promover su venta. Miembro de una familia de siete hermanos dedica unos minutos a la ausencia de uno de los mayores. “Suena mal pero descansamos, y descansó él”, dice sobre su fallecimiento. “Toda la vida tuvo esquizofrenia, fue bastante fuerte lo que tocó vivir”, aclara. Arisel ha atravesado de todo y en su manuscrito lo vomita a modo de terapia. Sin más formación que la escuela de la vida, “cuando empecé a trabajar hasta sumar me costaba”, confiesa, elaboró todo un relato con unas manos de pura curranta que por cierto están fielmente retratadas, así como toda su fisionomía al desnudo, en la portada de su libro.

Arisel Chavarro Sáenz
Arisel Chavarro Sáenz

“Yo mismo no entiendo cómo seguía”, responde en relación a las situaciones de maltrato que sufrió en un pasado y que finalmente abandonó gracias a la lectura de un libro de Papá Jaime, un reconocido autor colombiano especializado en transformación personal. “Prefieren vivir esa mala vida con tal de que el hijo no se entere”, cuestiona sobre la relación con los hijos en situaciones de esta índole. Arisel escribe un relato de verdad también en lo cotidiano, y así como lleva las cuentas claras con deudas económicas del pasado, se esmera porque sus dos hijas puedan leerle hasta el alma.

“Por una demanda que le coloqué a mi ex conocí al amor de mi vida”, entre lo sublime y lo pintoresco, confiesa cariños que dan realidad a esa frase de que “hay que cerrar una puerta para poder abrir una ventana”. “Era casado”, puntualiza. Todo es miga en la vida de Arisel, narra una siniestralidad emocional que es un no parar. “Se vivió el duelo”, dice sobre una relación que sí llegó a doblegarla, no así otros fuertes agravios de los que también fue víctima pero que considera atentan casi más a la convención social. “En mi segundo libro quiero hablar del empuje que tienes para salir adelante por encima de las cosas que te pasan”, concluye, defensora a ultranza del estar por encima del qué dirán.

“No, eso no lo vas a encontrar”, ríe una colombiana a preguntas sobre el narco que fue meramente escenario residual en su vida. A modo de ejemplo ilustra tomar un café en los pueblos a los que iba a trabajar rodeada de paramilitares o guerrilleros “con sus armas grandototas”, a los que nunca tuvo que dar un peso. “Lo más cerca que estuve de la coca fue por unos clientes que con ella me querían pagar”, revela. “¡Mierda yo no tengo idea!”, les respondió, con pocas ganas de atravesar medio país para llegar con tales polvos hasta Bogotá.

Traumas infantiles, violencia doméstica, crianza en solitario, pero también romance, bailes y alegrías, emigración, lucha, servidumbre y muerte. “Una de mis hermanas armó el alboroto”, comenta sobre reacciones familiares tras la lectura de su obra.

Arisel Chavarro Sáenz
Arisel Chavarro Sáenz

Finaliza la entrevista y conviene cambiar de tercio para aligerar. Reivindica Arisel Chavarro ¡ay no, el arroz atollado!, su receta colombiana favorita. Elige una elaboración de complejo nombre así como intrincada fue la vida de esta escritora. Habrá que desgranarla en esas páginas para descubrir, igual que en ese plato caucano, quién es el cerdo, qué fue del chorizo y dónde está la enjundia del relato.

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