CRÓNICA

El silencio como lugar de encuentro

Con su caballo Yuma, sacándolo a pastar a primera hora.
photo_camera Con su caballo Yuma, sacándolo a pastar a primera hora.
Vivir recluido de motu propio. El pintor Baldomero Moreiras lleva así 33 años, en Golpellás (Paderne), compaginando la labor creativa con los ritmos pausados de la labores del campo y la vida en el rural. Nos invita a hacer lo mismo.

Desde la balconada de la antigua rectoral de Golpellás, al pie del cementerio, resalta un gran ciprés. Una ligera brisa contornea sus ramas, a modo de baile. Toda la visión es extensa, como una gran cartografía. Taboadela, en la lejanía, la parte alta de Barbadás. Al fondo, Dozón y Serra Martiñá; hacia la derecha. en la estela de una montañas picudas se intuye San Pedro de Rocas. La mañana está gris, llueve. Aferrado a la madera, Baldomero Moreiras como tantos días extiende la mirada sensible sobre un paisaje sentido. Incluso, cuando la vida no era confinada como ahora, había días que lo paseaba a lomos de Yuma, un hermoso caballo blanco. 

Lo primero que hace el equino al salir es revolcarse en la parte central de una zona del picadero donde tiene la hierba gastada de tanto roce, le persigue Lercha, la perra que lo pastorea en la distancia. La vida recluida en el campo puede parecer un privilegio en un entorno como éste. Algo así pensó en su día -hace 33 años- el artista Baldomero Moreiras quien con 25 años y los bríos de juventud regresaba de una estancia en Roma. El lugar pudiera ser el entorno perfecto para unos años y luego seguir nueva ruta. Tal vez Ámsterdam. El destino es caprichoso. 

GOLPELLÁS (PADERNE) 16/04/2020.- Historias del coronavirus. El pintor Baldomero Moreiras confinado en su rectoiral estudio. José Paz

En silencio

Al pintor le atrapó el vivir aislado, y aquí sigue, en plena naturaleza, en una rutina de silencio, una pequeña huerta y la pintura. “Estos días o levo millor que moita xente, estou afeito a pasar horas en soedade”. 

Si el patio de la rectoral mantiene la estructura casi intacta de otras épocas, con el horno de cocer el pan, las cuadras y el pajar, la vivienda es una gran cocina estudio, con unos pequeños ventanucos muy luminosos. En la parte alta, tras subir una escalera imposible “de gatos”, está la biblioteca, y una pequeña mesa con el ordenador. 

En todas las estancias hay música clásica, la misma emisora, Moreiras es un gran melómano. “Como se pode vivir sen música, é completamente imposible, nin sequera os animais; sen música e sen poesía é imposible, ao mellor sen pintura...”

Marzo se presentaba interesante, el 9, en Oporto, Tribunal da Relaçao, tocaba inaugurar exposición: “Mulher universal”, dedicada al universo femenino que tanto venera. A sus esferas dedicadas a mujeres reconocidas sumaba algunas importantes para la cultura portuguesa. El estado de alarma lo dejaría todo detenido. “Esto para a cultura vai a ser un mazazo, agora que empezabamos a ver un pouco a luz ao final do túnel despois da anterior crise”.

La cocina es un gran espacio abierto, en el suelo resaltan unas sobrias losas de piedra. Está horneando una bica, sobre el hornillo un puchero con alubias. Baldomero no percibe nunca el aburrimiento. “Temos un cerebro que é unha gran máquina de pensamento que te pode levar onde queiras”. La reflexión, exquisita. Apesadumbrado por el devenir del coronavirus comenzó días atrás a modelar el barro, trazando líneas y formas siempre reconocibles. Sobre una mesa un conjunto de palomas dispuestas con un golpe de luz natural, les falta la cocción y alguna, tal vez, llevará color. “Que mellor que unha pomba para cando salgamos desta”. Al fondo, tras la ventana, una higuera, que en el verdor y la frondosidad de sus ramas ya se intuye llena de fruto.

GOLPELLÁS (PADERNE) 16/04/2020.- Historias del coronavirus. El pintor Baldomero Moreiras confinado en su rectoiral estudio. José Paz

 “Sempre tiven unha relación, nin íntima nin de distancias, unha relación cordial; dalgunha maneira quedou demostrado que era moi traballador, limpo as cunetas do meu perímetro colindante tanto por dentro como por fóra”. En el mundo de aldea este tipo de cuestiones son normas no escritas, una querencia por el trabajo pulcro, bien resuelto que por desgracia se va perdiendo. “Agora a xente espera a que veña a brigada do concello a limpar os camiños”, comenta.

Toda la casa invita a la calma. Un silencio sugerente, creativo. Algo buscado por el artista, una forma de encontrarse a sí mismo, No hay sensación de reclusión, de confinamiento como en el que muchos ciudadanos andan atrapados, o tal vez sí, pero de otra manera. Un lugar, el rural, desde el que invita a vivir: “non sabedes o que vos estades perdendo”. También a una reflexión: “somos mamíferos e non deuses”. Y es que estos tiempos del coronavirus deben ser para pensar. “Sen cultura e sen ciencia o mundo sería una estupidez”. Pues eso. 

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