La disciplina de voto: ¿para qué 350 diputados?

Publicado: 02 feb 2025 - 01:00

La disciplina de voto, que obliga a los diputados a seguir las directrices de su partido en todas las votaciones, desvirtúa la función del Congreso como espacio de representación y deliberación. Si los parlamentarios no tienen margen para decidir según su criterio o en defensa de los intereses de sus electores, resulta inevitable cuestionar la necesidad de contar con 350 diputados. En este esquema, bastaría con uno por partido que votara según las instrucciones del líder.

El problema de fondo es que esta práctica convierte a los diputados en simples transmisores de las decisiones tomadas por las cúpulas partidistas, vaciando de contenido su papel representativo. Las cámaras deberían ser un espacio deliberativo donde los representantes pudiesen defender los intereses de sus votantes, negociando y aportando propuestas propias. Sin embargo, con la disciplina de voto, cualquier intento de discrepancia queda neutralizado de antemano.

Por si fuera poco, este modelo termina siendo un lastre para la calidad del debate parlamentario. Si todos los diputados de un partido votan en bloque, ¿qué sentido tienen las discusiones? Las intervenciones no buscan convencer ni influir en el resultado, sino cumplir con un trámite formal. Así, se debilita el Congreso como lugar de diálogo y se refuerza la percepción de que las decisiones políticas se toman a puerta cerrada.

Por si fuera poco, este esquema genera desafección entre los ciudadanos. Los votantes ven cómo los diputados, que en teoría deberían representar sus intereses, se limitan a cumplir órdenes. Esto alimenta la idea de que la política está desconectada de las preocupaciones reales de la sociedad.

Es necesario repensar este modelo. Una democracia sana no puede sustentarse en representantes que no representan. Los diputados necesitan libertad para decidir y capacidad para responder ante sus electores, no ante la jerarquía del partido.

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