La revista The New Yorker vuelve a sorprender con esta portada tras celebrar sus 100 años
TRUMP VISTO POR FRANK VIVA
El semanario estadounidense The New Yorker ha celebrado sus cien años con un recorrido por sus plumas y portadas más emblemáticas. Y, sin solución de continuidad, la revista de culto vuelve a sorprender este mes de abril con una portada que recoge su visión de los últimos vaivenes del presidente de Estados Unidos Donald Trump, sus medidas y contramedidas en una guerra comercial con la que ha retado al mundo.
Cuentan que el semanarioThe New Yorker nació a partir de una timba de póker. Había sido fundado en febrero de 1925 por la reportera de The New York Times Jane Grant y su marido Harold Ross y estuvo a punto de desaparecer cuando Ross se jugó todo su capital en una nefasta partida de cartas. A partir de esa bancarrota, que más de un disgusto le habría traído a Grant, Harold Ross se tomó en serio el proyecto editorial y salió reforzado de la mano de su socio financiero Raoul Fleischmann, que además de permitirle saldar la deuda le condicionó para definir un modelo de revista no conocido hasta ese momento. Hoy The New Yorker presume de cien años de tinta y trazos a los que le atribuye gran peso en la transformación de la narrativa periodística.
Sus portadas son obras de referencias, editoriales gráficos que no dejan indiferente y artículos que han llevado la firma de autores como Tom Wolf, Albert Camus, Ernest Hemingway o Jorge Luis Borges
Empezó con una tirada semanal y en la actualidad edita 47 publicaciones al año, 5 de ellas lanzadas con una periodicidad bisemanal. Relato corto, críticas, ensayos, reseñas, reportajes de investigación o ficción y sus portadas inconfundibles de un humor inteligente; además de ser un referente en verificación periodística por los mecanismos y recursos que dedica a ello.
Inicialmente, su lectura se movía en círculos restringidos entre académicos, políticos o diplomáticos. Su evolución ha permitido captar nuevos públicos y generar una audiencia más numerosas y variada en cuanto a perfiles. ¡Un lujo para cualquier medio! Françoise Mouly, directora artística de la revista y vinculada desde la década de los 90, dijo que The New Yorker no es inmune a la crisis que afecta a los medios de comunicación. “Pero soy terca y veo el futuro con mucha confianza y esperanza”, reconocía en estos días de revisión.
Con 1,3 millones de suscriptores y más de 5 mil ediciones, la publicación tiene pegada en el ritmo en la vida literaria y cultural estadounidense. Se le espera, se busca y se lee también a este lado del Atlántico. Datos que demuestran una buena salud periodística como para presumir, en un contexto en el que, llegar al lector y captar la atención con temas amplios y reposados es todo un reto para los medios.
La celebración redonda de sus cien años fue todo un homenaje a los ilustradores gráficos y periodistas que han encontrado un altavoz en esta revista a lo largo de las últmas décadas. Entre los actos conmemorativos se han organizado cuatro ediciones especiales de la publicación y numerosas exposiciones en distintos puntos de Estados Unidos bajo el título A Centrury of The New Yorker. Sus portadas son consideradas arte por muchos, obras de referencias, editoriales gráficos que no dejan indiferente. Ilustradores como Saul Steinberg, Art Spiegelman, Adrian Tomine, Eric Drooker, Roz Chast o Chris Ware; a los que se ha sumado el sello español de la mano de Javier Mariscal, Ana Juan y Sergio García, por ejemplo, han realizado de las mejores cubiertas del TNY.
Y más allá, las portadas han sido la puerta de entrada para firmas de autores como Tom Wolf, Albert Camus, Susan Sontag, Ernest Hemingway o Jorge Luis Borges. The New Yorker ha publicado grandes obras literarias como “A sangre fría” de Truman Capote en 1965. En definitiva, una combinación de personalidad, ingenio, compromiso y hasta una gramática con licencias propias que se ha abierto paso año tras año.
Cabe recordar que, entre múltiples reconocimientos, la revista ganó recientemente un Premio Pulitzer por la investigación de Ronan Farrow sobre el caso del depredador sexual, el director de cine Harvey Weinstein.
El cierre da paso al siguiente número
Tras el cierre de una publicación, la siguiente se abre camino sin tregua. Aún con la resaca de la celebración, una nueva edición de The New Yorker ya ha salido ya de imprenta -no a la calle- con otra de esas portadas que golpean tras pasar por el tamiz de la reflexión.
En este caso, en la portada del número del 21 de abril de 2025, el artista Frank Viva intenta retratar "los sentimientos que embargan a cualquiera que siga las noticias que llegan de la Casa Blanca últimamente", explican desde la publicación. El autor se inspira en Charlie Chaplin y la película de 1940 El Gran Dictador. Trump lo inunda todo últimamente y su "globo pinchado", tras un sinfin de piruetas y cambios de posturas en torno a la guerra comercial arancelaria planteada al mundo, da como resultado esta portada, Aire caliente.
Visión de Viva
Frank Viva es un ilustrador y diseñador que ya había vinculado su trazo a la portada de The New Yorker en una decena de portadas.
Algunas de esas portadas han recibido reconocimientos de Communication Arts, American Illustration, Applied Arts, D&AD y otras editoriales. Su primer libro para niños, Along a Long Road, fue galardonado con el premio al Mejor Libro Ilustrado del New York Times. También es autor de A Trip to the Bottom of the world with Mouse y A Long Way Away, ambos con múltiples reseñas destacadas, y de Young Frank, Architect, publicado por el MoMA. Su último libro es Oustanding in the Rain (Little, Brown Books for Young Readers). Viva dirige Viva & Co., una galardonada agencia de branding y diseño en Toronto.
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