Lo difícil es medir las palabras

VOTAR EN BLANCO

La mayoría de los académicos de la RAE están encantados de conocerse. Se cruzan a sí mismos por los pasillos y se contemplan como si se estuvieran encontrando con la mismísima virgulilla de la eñe. Han resistido con cierta heroicidad a las pulsiones histriónicas de nuestro tiempo, y a las presiones de políticos de esos que cuando entran en una biblioteca, los libros se arrojan por la ventana. Y también han tropezado en unas cuantas estupideces, como si fuera necesario compensar firmeza sensata con ocurrencias estúpidas. Pero si nos abstraemos a la institución en sí, tenían esta semana una buena oportunidad para demostrar que sigue presente el legado de sus miembros más insignes a lo largo de los siglos. Se postulaba la candidatura de ingreso del genial Luis Alberto de Cuenca, en competencia con la del arquitecto Luis Fernández-Galiano. Sin duda, Luis Alberto es el poeta vivo más importante en muchos años, un verdadero faro cultural, apasionado de la literatura, de cine, de la música, y un hombre bueno y libre. A los académicos más acomplejados –bocazas, pero acomplejados- debió asustarles la competencia de tan brillante incorporación y se les cayeron los votos entre las manos, resultando el conteo en una abrumadora cifra de votos en blanco, y dejando a mi querido poeta fuera de la Real Academia de la Lengua. Ciertamente, si hay tanto mediocre ahí dentro, quizá sea mejor estar fuera.

HABLAR PERO POCO

Melody dio su esperada rueda de prensa y estuve a punto de dormirme durante la misma. Después del lamentable sabotaje del Gobierno a su candidata de Eurovisión, y después de dejarse los piños en las votaciones, y de su desaparición mediática repentina, lo mínimo era que alzase la voz contra quienes tiraron por la borda meses de trabajo artístico porque creyeron más importante utilizar la ocasión para inseminar a la audiencia con burda propaganda política. Pero no, Melody se limitó a ajustar cuentas con Broncano por un chiste de nada, y habló en circunloquios perezosos para no hablar. Habría que leer la letra pequeña del contrato porque igual sigue secuestrada por TVE. Melody, si sigues cautiva, haz una señal, el helicóptero o algo.

HABLAR DEMASIADO

A Miguel Ríos le pasa como a algunos papas. Cuando se sale de su negociado encadena tonterías con suma facilidad. Estuvo el otro día en lo de Broncano y, más allá de lo musical, siempre emotivo, dijo que aún era “machista” pero que está “aprendiendo”. Interesante caso de abducción mental progresista, en la que la víctima asume su papel de malo, otorgado al azar por un ser superior, y se corrige a sí mismo actitudes que probablemente ni siquiera tendrá, para al fin exponerse fatigado a confesiones de ex alcohólicos, como si estuviera dejando una droga chunga. Con todo, desde los años de la ceja quedó claro, Ríos nunca pierde la superioridad moral, esa que le permite vacilar a su amigo Miguel Bosé, llamarle “terraplanista”, contar con extraño orgullo que antes era muy militante y de Greenpeace, y exigirle que “vuelva al redil”. Menos mal que, en un ataque de sinceridad, empleó las palabras precisas, porque lo que quiere Ríos es exactamente eso: que “vuelva al redil” con el resto del ganado y que se limite a obedecer y a dar balidos pastoriles.

LA DOBLE

Dicen que no eres nadie realmente importante en España hasta que no intentan meterte en la cárcel por corrupción, o hasta que te hacen una figura en el Museo de Cera. Así que Agatha Ruiz de la Prada ya es alguien. Desde ahora su figura da color al museo y hay que reconocer que la réplica ha quedado muy lograda. El museo alterna figuras totalmente fieles a la realidad con otras que parecen haber sido esculpidas bajo los efectos de la ayahuasca. Agatha ha tenido suerte. Conozco a alguno que sigue elaborando en secreto día tras día un plan infalible para entrar de madrugada al museo y prenderle fuego a su figura.