Opinión

Una ciudad en el abismo

Se cumple un año desde que una suerte de operaciones dirigidas desde Santiago y A Coruña colocasen como alcalde de Ourense a un individuo que se autodeclaraba semanas antes experto en blanquear dinero recaudado a cazos. Comenzaba así un mandato matemáticamente absurdo, en el que Jácome y nueve ediles más asumían el gobierno de la tercera ciudad de Galicia, y los 17 concejales de PP, PSOE y BNG se escondían bajo el rol de oposición. Ya se sabe que en política, las matemáticas son una ciencia de necios.

Esa absurda mayoría absolutista ha puesto la ciudad en números rojos y en un ineluctable camino hacia la bancarrota. Sin presupuestos, sin estrategia urbanística, con todos los servicios públicos en precario, sin margen para afrontar obras e inversiones nuevas, sin servicios sociales, con una morosidad récord con los proveedores, sin dinero para pagar las nóminas del personal... Nunca un gobierno tan pequeño había salido tan caro. Tanto por los destrozos que está causando como por los salarios que cobran Jácome, sus ediles y su rebaño de asesores-financiadores del autopartido. Para ellos no falta parné. Ni para ellos ni para pagar una noche inolvidable de orquesta y alcohol. Eso lo cura todo.

Una cosa sí hay que reconocerle a Jácome, sus avances en la movilidad vertical de la ciudad. Nunca habíamos descendido tan rápido hacia el abismo

Una cosa sí hay que reconocerle a Jácome, sus avances en la movilidad vertical de la ciudad. Nunca habíamos descendido tan rápido hacia el abismo. Y si bien es destacable la responsabilidad del alcalde en este rápido tránsito hacia el desastre, no se puede obviar la colaboración prestada por PP, PSOE y BNG. Por este orden. Sus líderes lo van a negar tajantemente, pero es imposible no atribuirles una parte de irresponsabilidad proporcionalmente directa a su número de concejales. “No olvidemos que tiene 18.000 votos”, repiten como un mantra, relegando a la irrelevancia a sus 32.000 votantes, condenados a ejercer de oposición.

Ourense hace un año

Conviene, en este punto, un flash back. Primeros días de mayo de 2023. Salen a la luz una serie de audios en los que Jácome, en conversaciones con distintos colaboradores, habla de conseguidores y mordidas por las concesiones municipales, con expresiones como “si metes el palo, mételo a lo grande” o “nos van a meter en chirona” y revelaciones coincidentes con la realidad como la sospechosa adjudicación de la demolición del matadero a la oferta más cara. PP, PSOE y BNG corren raudos a denunciar ante la Justicia un escándalo que llenó páginas en los medios de comunicación de toda España.

Lunes 29 de mayo de 2023: Jácome sale de las urnas como el partido más votado en la ciudad, pero con solo 10 de los 27 concejales de la Corporación. El PP gana en la Diputación, a un diputado de la mayoría absoluta.

Desembarcan entonces los lagestuñas, paulasprados, miguelestellados y toman las riendas del futuro de Ourense

La partida de Risk

Comienza la partida de Risk. PP y PSOE olvidan los antecedentes y encomiendan a sus tenientes coruñeses con un objetivo claro: mantener o conquistar (según el caso) el poder provincial ourensano. Y con una moneda de cambio: el Concello de Ourense.

Desembarcan entonces los lagestuñas, paulasprados, miguelestellados y toman las riendas del futuro de Ourense, valiéndose de la desinformación proporcionada por francotiradores locales como las laurasearas o los joséluisesgavilanes de turno. El final de la execrable batalla erigió al pequeño sátrapa en capitán general. Fin del flash back.

Regreso al futuro

Por aquella partida ajena a los intereses de Ourense, duerme hoy una ciudad sin futuro y con el mismo escenario político, si cabe todavía más sectarizado, donde el único que gana (tiempo de vida y dinero) es un individuo sin reglas, sin partido, sin educación, sin respeto hacia nada ni nadie, que destruye a su antojo, mientras la oposición (mayoritaria, recalquemos) se culpa entre sí de todo lo que está ocurriendo.

La justicia, como la política

El PSOE, con una dirección renovada, ha lanzado esta semana una oferta al aire de moción de censura, a la que PP y BNG han reaccionado con respuestas que suenan a evasiva, a procrastinación, que diría Jácome. Esperan, como quien aguarda un meteorito o un rayo divino, porque a la Justicia se han cansado de esperar. Aquellos audios autoinculpadores dormitan en los despachos de jueces y fiscales. Lo cierto es que si la dinámica de partidos en Ourense se mueve como un elefante borracho, el reloj y la balanza de la Justicia ourensana operan como un vigilante de seguridad armado con petaca.

Mientras en Ourense la Justicia parece eludir su obligación de investigar posibles hechos delictivos, en Madrid un juez dice, literalmente: “Con independencia de la fuente de conocimiento por parte del denunciante, que son medios de comunicación públicos, esos hechos merecen ser investigados, y son hechos concretos, de actuaciones en las que ha podido tener participación directa la denunciada, y esa concreción de hechos descarta que la denuncia pretenda una prospectiva (...)”. Y de este razonamiento, se abre en Madrid una investigación a la esposa del presidente del Gobierno, avalada no solo por este juez, sino por la Audiencia provincial madrileña.

¿Cuánto tiempo habrá de pasar para que alguien imponga el sentido común?

En Ourense, no. El alcalde luce inmunidad frente a sus inculpaciones, con la anuencia de ciertos jueces (no muchos pero sí suficientes) que se identifican con ese disfraz de antisistema bajo el que maneja de modo grotesco y letal el destino de esta ciudad.

¿Cuánto tiempo habrá de pasar para que alguien imponga el sentido común? ¿Cuánto daño habrá de sufrir la ciudad para que los políticos impongan el interés general sobre el partidista? ¿Y para que los ciudadanos digan basta a dictaduras y mascaradas? Probablemente no mucho, porque por esta senda, pronto no quedará dinero ni para pagar el caché del Trío Pachán. ¡Y hasta ahí podíamos llegar!

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