Arturo Maneiro
PUNTADAS CON HILO
El Prestige del Gobierno sanchista
Pocas cosas hay más absurdas que el autoengaño. Hacerse trampas a uno mismo, de manera consciente, es una de las tareas más tristes a las que uno se puede someter. Yo practico este engaño de manera habitual cuando me llega la hora de ir al gimnasio, en el que, por supuesto, llevo años matriculada. Siempre encuentro una falsa excusa de la que soy consciente, pero que me proporciona en el momento cierta liberación de culpa. No es que no quiera, pienso, es que no puedo. Minutos después no puedo evitar sentirme un tanto ridícula. Aunque es cierto que mi autoengaño no provoca ninguna debacle social, ni económica, ni tan siquiera resulta perniciosa para nadie, que no sea mi propio cuerpo.
Dice el diccionario que esta palabra significa “sustituir en la mente aspectos de la realidad por otros imaginarios.” A veces es insconsciente. Ahí tienen un grave problema quienes lo practican. Tendrán que curarse si quieren ser capaces de hacer frente a su vida. Pero cada vez más la consciencia está totalmente presente. El objetivo es lograr engañar también a los demás. El autoengaño se ha convertido en un recurso habitual para justificar lo injustificable, para evitar la realidad, para desvirtuar la evidencia y, sobre todo, para señalar a otros como culpables de nuestros pecados.
Hay que revestir las mentiras de teorías inventadas que les den un halo de veracidad, que casi nunca es la verdad.
Cada día esos “auto engañadores” se profesionalizan más. Y van también cada día más lejos. Sobre todo cuando cuentan con altavoces que recogen sus incongruencias sin que nadie alrededor les ponga un freno. Ahí están esas personas peleadas desde hace años con toda su familia que vagan como almas en pena haciéndose pasar por víctimas. Un espejo les devolvería la imagen que no quieren ver, la de sí mismos actuando despiadadamente contra los suyos.
Ahí están políticos formados asegurando que el cambio climático es un invento.
Empresarios que lamentan no encontrar empleados porque la gente prefiere vivir de pagas sin trabajar. O alcaldes que, llenos de ira, repiten hasta la saciedad que todo el mundo miente y manipula cuando les ponen frente a los datos que destapan sus embustes y sus oscuras trastiendas. Todos estos autoengaños siempre esconden intereses para evitar asumir que, tal vez, las condiciones que ofrecen sean inaceptables, que se necesita previsión e inversión para paliar desastres naturales y que hay demasiadas cosas que no conviene que la ciudadanía conozca. Lo peor es que hay quien les apoya y anima a seguir así. Probablemente porque hay autoengaños que conllevan beneficios para quienes callan y otorgan.
A partir de ahora, yo voy a asumir otro: creer que, tarde o temprano, todas estas personas serán desenmascaradas por los irrebatibles hechos contrastados.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Arturo Maneiro
PUNTADAS CON HILO
El Prestige del Gobierno sanchista
José María Eguileta Franco
DIARIOS DO PASADO
Que nos fixo humanos?
Itxu Díaz
CRÓNICAS DE OTOÑO
Nada más navideño que una nueva ilusión
Gonzalo Iglesias Sueiro
Verdad o ficción
Lo último
A varios organismos
Honduras denuncia a Trump por injerencia en sus elecciones
ESTATUAS PROFETAS JEREMÍAS Y EZEQUIEL
Santiago recibe las esculturas del Pórtico de la Gloria tras 70 años fuera de la ciudad
PROGRAMACIÓN NAVIDAD 2025
El centro comercial Ponte Vella arranca su programación navideña con ocio, talleres y visitas mágicas