Opinión

Antonella Marty y las ideologías

Esta semana se presentó en Madrid el nuevo libro de Antonella Marty, titulado “Ideologías”. Es un texto extraordinario por su capacidad didáctica, que pone las ideas de la libertad al alcance de cualquiera. Lejos de todo esnobismo pero derrochando con humildad inevitables dosis de erudición, la politóloga argentina se ha ocupado en esta ocasión de acompañar a sus lectores en un viaje, hoy tan fascinante como necesario, en al mundo de las ideologías. La palabra “ideología” tiene mala prensa en muchos sectores de nuestro país. Para muchos esconde un sistema cerrado y compacto, hermético, en colisión con todos los demás sistemas, todos ellos refractarios a la mezcla o a la posibilidad de no poseer la verdad absoluta. Muchos son quienes, al oír esa palabra, piensan en las ideologías autoritarias o totalitarias que asolaron nuestro mundo hace menos de  un siglo y amenazan con hacerlo de nuevo. Y sin embargo, en puridad, una ideología no es más que un sistema de ideas con la suficiente coherencia interna para disponer de entidad e identidad propias, pero no necesariamente estanco frente a las influencias y los cruces más diversos con otros sistemas en liza. Flota en la lectura del libro de Marty una sensación que de seguro tuvieron también cuantos leyeron el insigne “Caos planificado” de Ludwig von Mises: el mundo de las ideologías políticas es un mundo mucho más complejo de lo que aparenta. Descartada desde hace décadas por todos los científicos sociales la burda escala que va de extrema izquierda a extrema derecha pasando por el centro, sería necesario representar los sistemas de ideas en un complejo soporte tridimensional que se asemejaría a los mapas galácticos de Star Trek, desarrollados en holograma. Así de sofisticada es la posición y la interrelación de las ideologías políticas.

¿Cómo representar en la escala convencional a los ecologistas, cuando los hay muy de izquierdas y muy de derechas (hasta Hitler lo fue)? ¿Dónde colocarnos, en esa escala ramplona y estúpida, a los liberales y, más aún, a los libertarios, si dependiendo del asunto concreto estaremos en puntos muy distintos de la línea? ¿Dónde ponemos a los anarquistas, que carecen de ubicación obvia en el dial? ¿Qué hacemos con los movimientos de fusión entre los dos extremos, como el temible rojipardismo que está regresando subrepticiamente? ¿Sabe la gente que existió una escisión izquierdista dentro del nacionalsocialismo alemán de los años treinta, el strasserismo, y dónde deberíamos situarla en la escala habitual? El falangismo español más purista, ¿dónde va en esa escala? ¿A la derecha del todo? ¿Seguro? Si es un movimiento obrerista, sindicalizante y altamente intervencionista en la economía, ¿no debería ir en el otro extremo? Es evidente que la dicotomía izquierda-derecha, tal como se nos presenta desde la infancia, es una simplificación dolosa que oculta la mayor parte de la información y distorsiona la cabal percepción del entorno de ideas. Con una paciencia digna de canonización, Antonella Marty nos guía a través del laberinto ideológico y trata de poner orden y darle sentido al torrente de hechos reales y asunciones irreales que lo pueblan. Y lo primero que uno deduce es que son innumerables los pasadizos secretos que, donde menos lo esperamos, conectan una ideología con otra que, a simple vista, tendríamos por su némesis. 

Como el mapa tridimensional holográfico es imposible, quedémonos por ahora con el conocido y reconocido Mapa de Nolan. Lo ideó a primeros de los setenta el politólogo estadounidense David Nolan, posteriormente fundador del Partido Libertario de su país. En él, al menos, podemos plasmar las ideologías con una precisión y un sentido común que le dan bastantes vueltas a la manida y maniquea escala básica. Al mapear en función de dos ejes, el de libertad económica y el de libertad personal/moral, el resultado es muy esclarecedor. En el vértice superior se sitúan los sistemas de ideas que priorizan en ambos casos la libertad del individuo: liberales puros, libertarios, objetivistas y otros. En la zona central, de izquierda a derecha, estarían los colectivismos moderados: socialistas democráticos, socialdemócratas, social-liberales, centristas, liberal-conservadores, democristianos, conservadores. Si bajamos hacia el vértice de abajo empezamos a ver ideologías autoritarias que habríamos tenido por diametralmente opuestas pero, oh sorpresa, aparecen juntas ocupando a codazos esa esquina inferior: comunistas de toda índole, fascistas, nacionalsocialistas, falangistas, etcétera. Le invito, querido lector, a dos ejercicios muy recomendables: el primero, buscar en Internet “mapa de Nolan”, “Nolan chart” o “Nolan political compass”. Hay muchas webs donde puede uno incluso testarse a sí mismo y ver en que lugar del mapa se sitúa. El segundo ejercicio es mucho más satisfactorio: ir a la librería más cercana y hacerse con un ejemplar de “Ideologías”: leer a Antonella Marty es destapar velos y deshacer lugares comunes para comenzar a entender la realidad política de nuestro mundo.

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