Después de la DANA

Sostiene Aloysius que a veces acude a la lectura de los clásicos intentado encontrar algún sentido a las tribulaciones cotidianas. De uno de estos autores, D. Miguel de Unamuno, son estos dos pensamientos que hoy vienen a nosotros como bálsamo ante la cadena de catástrofes que atormentan y afligen a tantos prójimos en el Levante de España.

El primero hace referencia a la ciencia, esa maestra que nos enseña a doblegar nuestra razón a la verdad, intentando conocer y juzgar las cosas tal y como son, como ellas mismas eligen ser y no como nosotros quisiéramos que fueran. Después de las calles y las viviendas arrasadas por las aguas turbulentas, de los campos anegados, de las cosechas perdidas y de los bienes y las vidas quebrantadas, en medio de la indignación y del intenso dolor, los afectados intentan limpiar el desastre con la ayuda de sus vecinos y de los especialistas que a cuentagotas intentan llegar a los lugares más damnificados.

Conseguir el pronto acceso al agua potable es tan importante como la eliminación del lodo y las basuras acumuladas

Es también la hora de la ciencia, pues de los despojos acumulados pueden surgir enfermedades y brotes epidémicos. De las aguas estancadas, la leptospiroris, una enfermedad infecciosa provocada por una bacteria presente en la orina de los animales. Para evitar su contagio es necesario el uso de guantes y botas impermeables. Aquellos que presenten síntomas febriles, cefaleas, dolores musculares y síntomas gripales después de exponerse al agua de las inundaciones, deben acudir a los servicios sanitarios. El consumo de agua embotellada o hervida, bien escaso y de primera necesidad en estas catástrofes, evita el riesgo de contraer enfermedades como por ejemplo la hepatitis A. Así, conseguir el pronto acceso al agua potable es tan importante como la eliminación del lodo y las basuras acumuladas.

De la misma manera, eliminar lo antes posible las aguas estancadas es necesario para evitar la proliferación de mosquitos y otros insectos vectores de muchas patologías infecciosas. Otra tarea fundamental es ventilar y secar los espacios cerrados, esos que se convirtieron en auténticas ratoneras en los momentos más críticos de la DANA, esquivando la proliferación de hongos y mohos causantes de patologías respiratorias.

Las mascarillas previenen la inhalación de patógenos y emanaciones procedentes de la materia en descomposición. Vómitos y diarreas son también síntomas de alerta respecto a posibles infecciones intestinales. La vacunación antitetánica es necesaria cuando se produzcan heridas y lesiones cutáneas en las tareas de desescombro de las zonas inundadas.

El segundo pensamiento de Unamuno, aunque ahora apenas sirva de consuelo, sostiene que incluso en las más sombrías aflicciones, agua limpia y fecundante caerá de las nubes más negras. Así sea.