El arzobispo de Mérida-Badajoz tras la muerte del papa: "Grande por su humanidad, un alma espiritual y profundamente creyente"

Don José Rodríguez Carballo, natural de Lodoselo, miembro de la orden franciscana, y actual arzobispo de Mérida-Badajoz, recordó al papa Francisco como una figura “con mucha cercanía. Hablábamos dos veces por semana, y me recibía cada 15 días. Era de un trato muy fraterno, y muy afectuoso”.

La cercanía de monseñor Rodríguez Carballo con el pontífice se dio a raíz de su nombramiento como responsable de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, órgano de la Iglesia católica que se ocupa de todo lo relacionado con el sacerdocio y otras formas de vida consagrada. “Francisco amaba la vida consagrada, y le dolían profundamente algunos rostros que la dañaban”, sigue relatando el franciscano, quien “como hijo de la Iglesia, quiero manifestar mi profundo dolor por la muerte de un papa grande. Grande por su humanidad, un alma profundamente espiritual y profundamente creyente”. Para Rodríguez Carballo, el fallecido pontífice resultó ser “un verdadero padre, hermano, maestro y amigo”.

Respecto al pontificado de Francisco, monseñor Rodríguez Carballo cree que se ha caracterizado por “la vuelta a lo esencial, que son pocas cosas, pero sin las cuales el Evangelio pierde su esencia de ‘buena noticia’. Y un elemento esencial es la cercanía”, señalando que siempre insistió ante los integrantes de la curia que “no somos un ghetto ni un club de privilegiados, estamos al servicio”, indicando una cita de las Escrituras donde se indica que “fuimos escogidos entre los hombres para servir, y creo que Francisco nos ha devuelto esa actitud de servicio”. Otro de los rasgos que quiso destacar el arzobispo de Mérida-Badajoz sobre el pontífice argentino es que supo “colocar en el centro a las personas vulnerables. Nos pedía una Iglesia que saliera a las periferias humanas, donde están los pobres y donde es necesaria la luz del Evangelio”.

En cuanto al futuro cónclave que se celebrará, Rodríguez Carballo indicaba que “la Iglesia queda en manos del Espíritu Santo. Tendremos el papa que necesitemos, porque por encima de los cálculos humanos está el Espíritu Santo”.