Nos vale una frase del escritor Joel Dicker (“L’Énigme de la chambre 622”) para definir el partido: “La vida es una novela que ya sabemos cómo termina: al final el protagonista muere. Así que lo más importante no es cómo acaba nuestra historia, sino cómo vamos a llenar las páginas. Pues la vida, igual que una novela, tiene que ser una aventura”. Coincidimos en el conocimiento/predicción sobre el resultado, el problema fue que el COB fue incapaz de ofertar un mínimo relato. Así que pronosticado el final, poco aliciente tuvo el desarrollo. Lo que pudo hacer, más pelear, rebelarse, el constante Mindaugas Kacinas -¿seguirá?, entendemos que méritos tiene de sobra- y nada más. Sobre todo teniendo en cuenta que Justin Turner, en teoría la “franquicia”, cuenta más por sus ausencias que por su empeño en cancha. Las vacaciones para alguno ya planean.
Las expectativas, aunque escasas, solo se bajan con leñazos y decepciones y tal fue el caso para el Pazo, la anecdótica presencia en los últimos segundos, con triple incluido, del chino Zheng, fue la última francachela, si así se puede considerar, que se permitió un animoso Pazo. Quizá, porque la confirmada salvación del conjunto ourensano, termina por ser el único objetivo ajustado a presupuesto y capacidad deportiva. Debemos entender este logro como motivo suficiente para tal alegría. Y es que cualquier proyecto debe tener unos pilares sólidos, que no es el caso.
“Así al Burgos es muy difícil tratarle de tú a tú”, comentaba mi compañero de grada Ángel “Irixo” . Y más para este COB, pienso yo. Otro ritmo y una profundidad de banco que le hace infinito son argumentos más que suficientes para pensar que el Burgos no está lejos de retornar a la ACB. Al COB se le está haciendo larga esta Liga y más cuando el objetivo está más que cumplido: ¿Se pararon a analizar lo logrado y medios para alcanzarlo?. Y más cuando por el camino algunos se van bajando del carro. Mucho es el mérito de Félix Alonso para hacer competir a un equipo que no va sobrado de ánimo precisamente.
