Opinión

Moción de victimismo

Se puede catalogar de trumpista, peronista, chavista, bolivariano y hasta autocrático. Pero el movimiento epistolar de sentimentalismo emocional y amoroso de la Moncloa es en realidad puro sanchismo caudillista. En forma de carta defensiva asistimos al ataque desesperado a jueces y medios para superar el acorralamiento por el caso Koldo-Ábalos-Illa, el caso Begoña y el caso Pegasus. La misiva es el viejo dóberman socialista de siempre, ahora llamado agitación del miedo a Franco encarnado en la denominación de origen de la derecha y la extrema derecha debidamente mezcladas. Todo muy facha porque parece el enfangamiento deliberado de la democracia para bloquear España y someter a toda la sociedad al chantaje del Frankenstein y su inspirador líder sin escrúpulos. Parece que estamos ante una moción anunciada de victimismo, ante una adhesión preventiva de confianza que amaga con la dimisión y mezcla el amor con la realidad. Y la realidad es una amplia investigación judicial en España y Europa sobre presunto tráfico de influencias y corrupción que alcanza a varios ministerios y gobiernos autonómicos socialistas y a la propia esposa del todavía presidente del Gobierno. La carta de movilización entre campaña y campaña fue motivada en primer lugar por la admisión de la querella de Manos Limpias contra Begoña Gómez, que cuando denunció el caso Noos fue aplaudida y ahora es cataloga de ultra por los monaguillos del oficialismo. Menudo estreno de las comisiones parlamentarias con Koldo y Salvador Illa como comparecientes estelares. Ni el Barça había asimilado aún el adiós a la champions y la Liga cuando la campaña electoral de Cataluña arrancaba en forma de nuevo sudoku para Sánchez, y con el suspense sobre su futuro. 

La realidad virtual del poder sanchista, en efecto, cuenta con un máximo común denominador: el victimismo. Empezó Ábalos quejándose amargamente de “estar solo sin chófer ni secretaria”, vaya por Dios, antes de dar la vuelta al ruedo para terminar en el Grupo Mixto expulsado del PSOE con verónica y medio estoque. Después siguió la presidenta del Congreso, Francina Armengol, empeorando la percepción social y mediática sobre la compra de mascarillas fake con cargo a los fondos europeos. Y en esto llegó Koldo a la comisión del Senado como comandante en jefe y guardaespaldas del supuesto tinglado, a quejarse de que “no puede salir a la calle”, pobrecillo. Siguiendo la estela de la pandemia con aquellas envolventes ruedas de prensa de Illa maravilla, el candidato del PSC se dejó caer por Madrid ante las comisiones de Congreso y Senado para limitar daños electorales. Pero con ese tono pausado de predicador de seminario incurrió en preocupantes contradicciones. De modo que, entre su castellano difícil, la natural querencia identitaria extranjera y esa pronunciación federalista, Salvador Illa se adornó de victimismo porque la prioridad era salvar vidas en pleno estado de alarma inconstitucional por covid. Este ministro de sanidad admitió que se reunió con Koldoman, el hombre armario “pa tó”. Y ahora, con cinco días de reality, misterio y suspense, irrumpieron Pedro y su carta de amor a Begoña y de desamor inquisitorial a la democracia, la oposición, los jueces y los medios críticos.

Todo vale en la estrategia del victimismo, desde el España nos roba al robo del Bernabéu. Y todo empieza con el cupo vasco recogido en la Constitución que los catalanes despreciaron, y que Artur Mas le vino a reclamar a Rajoy acuciado por la bancarrota catalana. De ahí al procés hay un sujétame el cubata secesionista que culmina en dos referéndums ilegales y una intentona golpista. La amnistía de la desigualdad entre ciudadanos y territorios, junto al blanqueo del Bildu proetarra y del comunismo bolivariano, ayuda a resucitar el procés con el que hacer de España un Estado federal mediante retoques estatutarios y ninguneando a la Constitución para que el cordón sanitario del Tinell perpetúe a Sánchez. Veremos si finalmente se somete a una moción victimista de confianza o si no hay algo más que Begoña y su esposo saben y nosotros no.

Se puede ser víctima de Franco y de la extrema derecha y víctima del centralismo constitucionalista, pero cuesta más reconocerse como víctimas del terrorismo etarra y del golpismo. En el fútbol nunca eres víctima si ganas, algunas veces con ayuda deI efecto Negreira, pero si pierdes todo es culpa del árbitro. Ese Xavi Hernández victimista hablando de “injusticia” en el clásico representa la historia del procés y del sanchismo: cuando se aplica la Ley hay persecución de los jueces constitucionales y arbitrales, pero si te afecta a ti no reconoces que puedes ser víctima de tus propios errores políticos y deportivos ajenos a una mano negra que se confunde torticeramente con mano blanca justiciera. La moción del victimismo tanto en política como en el fútbol es un recurso que da rédito, aunque se vuelve contra sus patentadores principales. Véase como principal ejemplo de éxito a Isabel Díaz Ayuso, convertida junto su familia y su novio en víctima del sanchismo. Ahora Pedro y Bego se aplican el cuento victimista para ver si les funciona como a la lideresa madrileña.

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