Opinión

Ascenso medido y calculado

En la última década, nuestro país ha experimentado un notable avance en su proceso de digitalización. La penetración de Internet, el uso de dispositivos móviles y la adopción de tecnologías digitales en diferentes sectores han marcado un cambio significativo en la sociedad española. Sin embargo, a pesar de estos avances, todavía nos enfrentamos a desafíos importantes en el camino hacia la plena digitalización.

España está experimentando una revolución silenciosa pero palpable: su transformación en una economía digitalizada está alcanzando nuevos hitos cada año. Según los últimos datos del Informe de la Economía Digital 2024, la economía digital representó el 24,2% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional en 2023, un incremento notable de 1,5 puntos en comparación con el año anterior y de 2,1 puntos desde el año 2020. Estos números no solo reflejan una tendencia ascendente, sino que también evidencian el potencial de España para abrazar la era digital y capitalizar sus beneficios.

La rápida expansión de la digitalización en España se refleja en el crecimiento del valor total de la economía digital, que alcanzó los 353.000 millones de euros en 2023. Este aumento significativo no solo es un indicador de la creciente penetración de la tecnología en todos los aspectos de la sociedad española, sino también un testimonio del compromiso continuo con la innovación y el progreso.

Queda mucho trabajo por hacer para alcanzar la ambiciosa meta de que la economía digital represente el 40% del PIB en 2030. Este objetivo, establecido para los próximos siete años requiere un enfoque estratégico y colaborativo que involucre a todos los sectores de la sociedad.

El crecimiento económico impulsado por la digitalización no sólo tiene repercusiones monetarias, sino que también promueve un aumento de la productividad y un impacto en el bienestar social. La digitalización también tiene el potencial de enriquecer nuestro entorno con avances tecnológicos significativos.

Sin embargo, mientras celebramos estos avances, también debemos ser conscientes de los desafíos que acompañan a esta transformación digital. La brecha digital, por ejemplo, sigue siendo una preocupación importante, con disparidades en el acceso a la tecnología y la alfabetización digital que podrían exacerbar las desigualdades sociales y económicas. Es crucial que cualquier estrategia de digitalización tenga en cuenta estos desafíos y trabaje para abordarlos de manera integral.

Además, la digitalización plantea importantes preguntas sobre la privacidad y la seguridad de los datos, así como sobre el impacto en el empleo y la naturaleza cambiante del trabajo en la era digital. Estos son temas complejos que requieren un enfoque equilibrado y multidisciplinar para garantizar que la digitalización beneficie a todos por igual y no deje a nadie atrás.

El ascenso de España como una economía digitalizada es una historia de éxito que merece ser celebrada. Sin embargo, también es un recordatorio de que el trabajo no ha terminado. Para alcanzar todo nuestro potencial en la era digital debemos seguir invirtiendo. Solo entonces podremos asegurarnos de que la digitalización no sólo impulse el crecimiento económico, sino que también promueva un futuro más inclusivo y sostenible para todos.

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