ENTREVISTA

“Las bodas de Fígaro” ourensanas de Mikel Aristegui

El bailarín Mikel Aristegui repasa con La Región su trayectoria y nuevos horizontes

Mikel Aristegui llegó a Galicia hace casi siete años, desde hace cinco vive en Armariz, Nogueira de Ramuín, donde participa activamente en las actividades culturales que pone en marcha la Asociación San Ramón de la localidad. Dando un paso más, el próximo día 29 de julio estrenará “Las Bodas de Fígaro. El afilador”, una adaptación del clásico operístico con toques muy ourensanos, desde la profesión del protagonista a los escenarios en los que discurre. Para ello cuenta con la implicación de 60 personas entre coordinadores, actores, maquilladores, vestuario…

“Las bodas de Fígaro. El Afilador”, es su último proyecto como director artístico y coreógrafo. Cuéntenos, ¿cómo surgió?

El pasado año escribí esta pieza y la presenté al programa “Art for Change” de la Fundación La Caixa, una iniciativa con la que buscan incentivar creaciones que hagan posible cambiar la sociedad a través del arte. Cuando uno elabora un proyecto pone todo de sí para que salga adelante, con mucha esperanza e ilusión, pero también es consciente de lo difícil que es conseguir el apoyo necesario. Somos muchos los que buscamos salida a nuestra creatividad. A este programa concretamente, nos presentamos 284 proyectos, de las cuales se seleccionaron 20, y yo fui uno de ellos, 3 en Galicia.

Supongo que eso fue un “subidón” de energía positiva para usted.

Lo fue y en un momento muy necesario. Ese año 2023 presenté también otros 13 proyectos a otras tantas convocatorias, todas negativas. A nivel mental estaba realmente hundido. No me salían cosas relacionadas con la cultura, sin trabajo… así que tuve que hacer un cambio y comencé a trabajar como camarero a tiempo completo. Y, tras tres días en el trabajo, me llamaron de La Caixa para decirme que mi propuesta había sido seleccionada.

¿Qué es exactamente “Las bodas de Fígaro. El Afilador”?

Es una pieza en la que se reúnen alrededor de 60 personas en total sumando vestuario, creación de máscaras, maquillaje, actores… todos ellos amateur, coordinados y asesorados por profesionales de disciplinas como la danza contemporánea, la improvisación, la interpretación, la música, la percusión… que los guían en los procesos creativos en las diferentes áreas que concierne la creación de una ópera.

Algo muy destacado de la pieza es la creación de comunidad.

El proyecto se desarrolla con la participación de varias asociaciones Locales: la Asociación de Veciños de San Ramón de Armariz, la Asociación de desarrollo comunitario Sementes de Luintra, el centro de enseñanza C.E.I.P. de Luintra, la Asociación de familias, profesionales e investigadores de Personas con trastorno de espectro autista de Ourense (Trascos) y Escola de Danza- Castro Floxo, de la Deputación de Ourense. Con todos hemos desarrollado obradoiros para creación de máscaras (con Rochi Nóvoa), vestuarios, ensayos de baile… También se sumó Xavier Blanco y Martina Ferradás, de la Fundación Legar, que trabajan Música de Raíz para hacer trabajos de percusión.

Y tengo que nombrar a Brais González, compositor y músico; a Rosabel Huguet, dramaturgia y asistencia de dirección; a Miguel Gendre, asistente de interpretación; a Ainhoa Linaza, asistente de movimiento; a Didier Díaz, con la ecopercusión; a Julia Sueiro, en producción y a Susana Carballo, como coordinadora de comunicación. Sin ellos nada sería posible.

Además, es totalmente intergeneracional.

Totalmente. Es una convivencia muy positiva, una excusa para un encuentro de las señoras más mayores y los jóvenes y niños que residen en el pueblo. Algo desde mi punto de vista muy enriquecedor y que es una prolongación más de las actividades que hacíamos en la Asociación de Vecinos San Ramón de Armariz.

¿Cómo aborda la historia de un clásico operístico como es “Las bodas de Fígaro” en su adaptación?

La trama está contada en cuatro actos, tal y como es la original, que representan las cuatro estaciones de un año centradas en las festividades gallegas en el que conoceremos la intrincada historia de Fígaro “el Afilador”. Así, el otoño es el magosto, el invierno el Entroido, la primavera los “maios” y termina con el verano, la boda, en San Juan. Una forma de profundizar en el patrimonio cultural, social, tradiciones, festividades y universos sonoros de la Galicia rural.
Algo que también quiero destacar es la suma de ideas de todas las personas involucradas para poder llegar a una obra en la que todos se vean involucrados. Así también fue como Fígaro, en vez de barbero, es afilador. ¿Qué hay más ourensano, y más de Nogueira, que un afilador?

Entonces, la historia… ¿cómo transcurre?

La leyenda cuenta, que la madre de Fígaro tuvo dos hijos gemelos (Fígaro y Estevo), al no poder mantenerlos sola, decide llevar a uno de ellos al Monasterio de San Estevo para que se crie con los monjes. Los monjes nunca ocultaron a Estevo de dónde venía y la existencia de su hermano gemelo, por el contrario, Fígaro jamás supo la verdad. El resto de tramas tendréis que verlas en el estreno de la obra en el Auditorio Municipal de Ourense el 29 de junio, pero sin duda la sociedad rural gallega se verá reflejada en ellas, a la par que transcurre la original “Las bodas de Fígaro”.

¿Qué ambiente se respira ahora que se acerca la fecha de estreno?

Comenzamos los encuentros en diciembre del pasado año y ahora, a menos de una semana del estreno estamos muy emocionados y expectantes.

¿Qué le dicen los vecinos?

Estoy muy sorprendido. Pensé que me iba costar más involucrar a la gente, que sería más reacia. Y al contrario, todo han sido facilidades. Como cuando propuse las clases de danza, unas clases que se alejan de lo convencional, con mucha improvisación, trabajando mucho el movimiento y, sin embargo, responden de una manera muy positiva. Desde el minuto uno han confiando en mí ciegamente. Eso es muy gratificante.

¿Con qué expectativas se suben a las tablas del escenario?

Normalmente no suelo llegar a ningún estreno con expectativas. Intento siempre ponerme en modo trabajo y solucionar problemas… que siempre hay problemas (risas). Incluso el minuto antes de estrenar la obra. Y siempre con el pensamiento de la posibilidad de haber tenido una hora más, un día más, una semana más… Pero con la certeza de que he dado lo mejor de mí en todos los campos y que tengo una total confianza en todos los que participamos en esta aventura. Lo que no quita que seguramente habrá nervios.

Pero antes de todo esto, usted llegó a Armariz desde nada más y nada menos que Berlín.

Con 22 años, yo ya me fui de mi San Sebastián natal para cumplir mi sueño de dedicarme a la danza. He pasado prácticamente 35 años de mi vida dando vueltas. Hice la escuela de danza con Pina Bausch como directora, en Essen (bailarina, coreógrafa y directora alemana pionera de la danza contemporánea). Luego trabajé en Ginebra, Suiza, durante siete años y, nuevamente regresé a Alemania con un contrato como bailarín con Sasha Waltz en Berlín donde pasé 17 años. Incluso llegué a comprarme una casita allí. Pero a mi pareja le salió una oportunidad de trabajo en Galicia, nos lo planteamos, y pudo el amor. Vinimos a Allariz primero. Fue un debate de entre estar en un lugar donde las oportunidades de trabajo aparecen de forma fluida, o vivir en el rural, donde lo que se busca es la tranquilidad y la paz.

Y en cada lugar ha ido sumando experiencia que se ha traído consigo al rural gallego.

Sí, porque además de ser bailarín por formación y titulación, que es lo que siempre marca, con los años he realizado cursos y aprendido a ser docente, coreógrafo, productor, gestor cultural… lo que se llama la escuela de la vida. En mi carrera profesional, aún siendo interprete, siempre he hecho creaciones propias e investigado en el ámbito del movimiento de la danza.

Y desde Allariz, a Armariz, en Nogueira de Ramuín.

Sí. Tras estar algo más de año y medio viviendo en Allariz buscábamos una casa en un entorno más rural y, de casualidad, vimos una en venta en Armariz. Y, como te comentaba, aquí llevamos casi cinco años.

Desde el principio ya se involucró  en las actividades de la localidad.

Totalmente. Formo parte también de la junta directiva de la Asociación San Ramón de la que es presidente David G. Rojo. A lo largo del año llevamos a cabo diferentes actividades como una Andaina Solidaria cuyos fondos recaudados destinamos cada año a una entidad, un Encontro de Entroidos, conferencias, el magosto, la comida del socio, talleres… siempre con el fin de crear comunidad.

¿Qué es lo que le atrae tanto del rural?

No lo sé, pero desde muy pequeño supe que quería vivir en una aldea. Después de estar en grandes compañías y diferentes continentes, la posibilidad de venir al rural era algo que me atraía mucho. Incluso la última pieza que cree antes de venir estaba relacionada con vivir en el campo, trabajar la tierra, seguir el ciclo de la naturaleza… y un año después estaba en Allariz. Estar en un entorno rural y alejarte de tanto ajetreo, te da otra perspectiva y te hace reflexionar acerca de lo que has hecho y lo que quieres hacer.

¿Es difícil vivir de ser bailarín?

En España es casi imposible. Normalmente acaba siendo algo paralelo a un trabajo que te permite ganar dinero para vivir. De la cultura y el arte en general es muy difícil vivir en este país

Lo que parece claro es que está satisfecho con la decisión de venirse al rural gallego.

Son momentos vitales que van cambiando a lo largo de nuestras vidas. Hay momentos en que uno necesita una vida más activa y, otros, buscas la calma del rural. Aunque confieso que yo, desde niño, ya sabía que sería feliz viviendo en el campo.

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