Leb Oro

Queríamos fichar a un siete pies para el COB...

OURENSE 21-03-2021.- Cob-Lleida, partido liga EBA. José Paz
photo_camera JOSÉ PAZ
El norteamericano Spight juega como si tocara jazz, siguiendo un ritmo que solo parece escuchar él

Pero no había. ¿Qué podemos hacer?" Y Red Thorn, General Manager de los Chicago Bulls, eligió a un tal Michael Jordan -quien llegó para cambiar la historia del baloncesto-, con la elección número 3 de la primera ronda, en el draft de la NBA de 1984. 

Su pretensión por construir un equipo campeón en torno a un pívot dominante -lo que era por aquel entonces Hakeem Olajuwon, primera elección, y que "de poder yo también lo hubiera elegido" (se lamentaba Thorn)- se vino abajo. 

Como se desbarató para García de Vitoria una primera disposición en torno a un pívot "capaz de jugar por encima del aro". "Intimidador" - Joey Van Zegeren parecía ser el elegido- que no pudo ser. Ni fue suficiente intentar "tirar con lo que hay", ni se logró convencer, luego, a Jonas Zohore (2,10 metros) para, al final, ya agregado Evan Yates, ni alto, ni bajo, "riquiño", ser el combo- guard André Spight el "refuerzo". Quien en su individualidad, confianza, representa las nuevas maneras del baloncesto -la mayor amenaza desde más allá de la línea de triple-. 

Por fundamentos y a tenor de su proceder, juega como si tocara jazz, siguiendo un ritmo que solo parece escuchar él, capaz de sostener el volumen ofensivo del equipo en lo conclusivo del partido, luego, bastó acertar con el mejor acompañamiento, en este caso, Joseph con un tipo de suerte en sus lanzamientos un tanto acongojante, ahora eficaz, Uriz más seguro y Henríquez, pese a los recelos que generan juntos, y limitar las concesiones defensivas, para que el COB emprendiera una reeducación que le posibilitara cambiar el ruido o vértigo que siempre acompaña a los equipos de Gustavo Aranzana por el reposo que le convenía en un partido cuya utopía transmitía cierta inquietud en la grada y por detrás de una trama desquiciada en la cancha. 

Al final, como mi buen compañero de grada, Ángel, siempre dice "los buenos son los que ganan".

Por el resultado y actitud posterior, no pasaría de anécdota, esa jugada de un "no tiro" -planificado- al final de la primera parte, del propio Spight, malhumorado por el grito del técnico reclamándole mayor atención en el tiempo muerto previo. 

Lo que se suele decir en estos casos: "a mí dame los jugadores que se cabrean por lo que sucede en el partido". 

Siempre que ese cabreo, tras unos prudentes minutos para recapacitar en el banco, se transformen en rabia, liberación o atosigamiento para el rival. 

Bien está lo que bien acaba, pero a poder ser con menos desasosiego para la grada. 

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