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Julia Hidalgo, física de la Atmósfera y Medio Ambiente: “El cambio que hay que hacer no tiene que ser triste ni fatalista”

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Julia Hidalgo (Ourense, 1979) es física de la Atmósfera y Medio Ambiente. Realizó sus estudios en el Campus de Ourense. Afirma que llegó a la especialidad de Climatología Urbana un poco “por casualidad y por estar en el sitio adecuado”.

Interesada en la energía eólica, se fue a Francia para realizar el diploma de estudios avanzados: “Allí ese tema no era una prioridad, pero el centro en el que estaba se trabajaba en la coordinación de una campaña muy importante de medidas de clima urbano en Toulouse, y me propusieron hacer la tesis”. Miembro del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, trabaja en la actualidad en un proyecto de investigación entre la Universidad de Toulouse y la de Santiago sobre refugios climáticos.

Ourense, ¿destino al que volver?

Fue un punto muy bueno de partida. Al ser una carrera nueva, el equipo de enseñanza era joven y dinámico. No me estabilicé aquí, porque los temas que se tratan son otros. Volver, por ahora no. Tengo mi familia y mi trabajo en Francia. Pero Galicia no supone ningún freno. Se hace muy buena investigación y hay oportunidades para los investigadores. Irme fue una elección personal, nada que ver con que no encontrara medios para subsistir.

Al Gore afirma que la crisis ecológica es la única amenaza que enfrenta la humanidad y que puede llevar al final de la civilización.​ ¿Se nos está asustando o está cerca?

No es que sea cercano, es presente. En los años que van a venir, la ONU estima una migración de población de 200 millones de personas. Hacer esa transformación en paz va a ser muy difícil. Tenemos el problema de los conflictos por los recursos, por migraciones, problemas graves de sequía. Ya es un problema hasta para Galicia, donde no hace ese calor y donde no nos sube tanto el nivel del mar. Es importante tener conciencia de que estamos conectados con el resto del mundo.

Al negacionismo se ha unido lo que se llama “retardismo”, que no niega pero dice que no es un problema urgente. ¿Qué es más dañino?

El cambio climático es sólo uno de los impactos provocados por nuestro modo de desarrollo. Pero también está la extinción masiva de animales o el fin de los recursos naturales, por poner algunos ejemplos. Son una serie de impactos tan enormes en el medio natural que estamos poniendo en peligro nuestra propia existencia. Así que sí, hay una urgencia. No sólo por el cambio climático, también porque estamos contaminando nuestras aguas con microplásticos y nuestro aire. Si no tenemos aire limpio, ni agua limpia, ni tierras que podamos cultivar, ni animales, eso nos pone en un punto en el que hemos traspasado lo que se llaman los límites planetarios, los límites de recursos. Eso no lo vamos a poder soportar.

“Galicia no supone ningún freno, aquí se hace muy buena investigación y hay oportunidades”

Negar esto, ¿es cuestión política, económica o ignorancia?

Las tres. Es un problema complejo porque todo está interrelacionado. Hay gente que no tiene el conocimiento o el acceso al conocimiento suficiente. A veces sabemos, pero lo negamos. Después está ese negacionismo de evidencias demostradas que tiene diferentes orígenes: cultural, político o intereses económicos muy diversos.

¿Está en juego la credibilidad de la ciencia? 

En relación con el cambio climático, los investigadores hemos hecho un papel muy importante de divulgación, de análisis serio. Que se haya puesto en la arena pública y política el cambio climático con la fuerza que lo hace hoy, aunque haya sido lento, además de por las olas de calor, es por el esfuerzo colectivo de los investigadores en torno al Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) que ha sido muy potente y muy serio.

“El cambio que hay que hacer no tiene que ser triste ni fatalista”

Cuando se ha querido poner en entredicho la verdad de la ciencia, siempre ha sido por intereses políticos y económicos. Ha habido un tiempo en el que correspondió a la comunidad de investigadores aportar las pruebas. El cambio climático es un problema de desarrollo. Ahora les toca a otras ciencias, las humanas y las sociales, que tienen las herramientas para analizarlo, aportar soluciones, comunicar y hacer proyectos que impliquen a la sociedad.

¿Las nuevas generaciones están más concienciadas?

El tema de la generación es algo general, creo que el tema de la sensibilidad medioambiental es algo muy personal. Creo que sí se ha avanzado en la mentalidad. Pero esto no trata sólo de ecogestos, como cerrar el agua cuando nos lavamos los dientes, sino de organizarnos para que haya cambios a nivel de legislación, de actos y de derechos, y eso se hace de forma colectiva. Veo déficit de conocimiento de los mecanismos de asociacionismo, por ejemplo. Se ha trabajado, porque era también muy cómodo, desde el punto de vista político, en responsabilizar al individuo. Así no cambiamos muchas cosas que, a nivel organizativo, deberían haberse cambiado hace mucho tiempo. La acción colectiva es necesaria para hacer avanzar la legislación.

Ourense, ¿ha involucionado o avanzado respecto a lo que una ciudad debe hacer para tener refugios climáticos?

Llevo 20 años sin vivir en Ourense. La ciudad supongo que ha cambiado, pero no puedo decir si ha evolucionado o involucionado. Lo que sí ha evolucionado muy rápidamente son las condiciones climáticas. Ahora estamos en periodos de calor más tempranos, más intensos y más frecuentes. Aunque el calor siempre ha sido un problema para Ourense, es algo que se va a agravar todavía más. Pero no puedo diagnosticar aún.

Un verso de Olga Novo dice: “Tú no lo sabes/ pero hay un árbol que ya no existe/ cuya sombra te protege/”. ¿Qué piensa?

Que los árboles tienen toda la importancia. Son sistemas de climatización naturales. Ahora no tenemos ya árboles en las ciudades, no tenemos su sombra ni su capacidad de regulación térmica. Son imprescindibles. Eso sí, tienen que estar plantados con una serie de condiciones a tener en cuenta. Deben ser especies que resistan al calor y que se puedan adaptar a la evolución climática. Es importante estudiar cómo crear esa plantación vegetal, hay que hacerlo bien.

¿Alguna buena noticia?

Sí, el cambio no tiene que ser triste ni fatalista. Los cambios que han de darse nos llevarían a una alimentación más sana, a un medio ambiente más sano y creo que eso es una perspectiva muy positiva. Se debe combinar el conocimiento con momentos más artísticos o de creación. Es un futuro que se deja imaginar. No creo que sea desde la ecoansiedad desde donde vayamos a salir de esto colectivamente, sino con algo con un poquito más de alegría.

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